30 de marzo de 2012

Carolina Esteller, 'Mujer y Viajera'

Viajar. Un verbo de otrora dimensión, cuya sola pronunciación es capaz de contagiarnos de una magia especial, inesperada, propietario de un espíritu poético y seductor sin parangón. Atractivos irrenunciables y emociones imperecederas de los que resulta difícil sustraerse. Su contagio se ha ido extendiendo irremediablemente desde tiempos ya idos. No importa dónde ni cuando. Penetra y deforma nuestro juicio sin apenas darnos cuenta, pues viajar está hecho prácticamente de la misma materia que los sueños.

Y de sueños trata este texto, concretamente del sueño de Carolina Esteller, creadora y principal responsable de la agencia de viajes online ‘Mujer y Viajera’. Una iniciativa antes que joven indefectiblemente valiente, que nace hace poco más de dos años tras detectar un nicho de mercado turístico sin explotar: las mujeres. Con el dato significativo en un bolsillo de que el 70% de las personas que viajan en el mundo son mujeres, y la ilusión de quien sabe lo que quiere en el otro, esta mujer viajera de sonrisa amable y mirada despierta, desafía a un mercado fonambulista e incierto con una propuesta de negocio innovadora y de lo más suculenta. Mujeres solteras, independientes, separadas, divorciadas… conforman el público femenino variado y de edades diversas a las que se dirige esta agencia de alma inquieta y vocación viajera que ofrece como leitmotiv ‘un destino para cada mujer’.

Foto: Kompaso

Alejada de los tópicos reinantes que suelen representar al sector turístico, Carolina Esteller articula cada viaje con la emoción y la sensibilidad que desprende la experiencia entendiendo el viaje desde una doble perspectiva, exterior e interior. En este sentido, el viaje ‘ordinario’ se reinventa y se pone al servicio de un viaje interior, que provoca cambios de perspectiva, de mirada y de comprensión hacia la mujer local, todo ello bajo un prisma singular que busca siempre algo distinto a la hora de emprender camino. Unos recorridos que permiten pasmarse ante semejante espectáculo a degustar con agradecimiento y respeto, batutas que dirigen sin descanso los pasos de esta compañía.

En un horizonte delineado por el ingenio, la ilusión y la determinación de una generación fresca y venidera, el equipo Kompaso asiste a esta conferencia atípica, especial y emotiva, motivado por el carácter emprendedor de quienes, como nosotros, también decidieron un buen día lanzarse a la aventura de este mágico verbo: viajar.


28 de marzo de 2012

Un vistazo al mundo con Pepa Roma

Nos encontramos una noche más en la hoguera, sentados alrededor del fuego. Es un lugar donde surgen historias. Historias como la de la viajera, escritora y periodista Pepa Roma. Arrollando sus recuerdos en su fluir, asistimos a una charla, de esas que no dejan indiferente, de esas que apelan a cuando el sueño emprende el vuelo de los grandes mitos. 

Foto: Google
 
Al abrigo de la curiosidad escuchamos atentos el relato de una viajera impulsiva desde su primera juventud, pistoletazo de salida trascendental en el que se impregnó de un mundo de hippies de los años 70 que se movían constantemente por un planeta aún virgen. Una época donde el exotismo que despertaban algunas culturas a ojos occidentales todavía no estaba contaminado. Su primeros pasos le llevaron por el Lejano Oriente, donde se quedó “fascinada” por la India que conoció, destino siempre legendario que se convertiría años más tarde en su ciudad literaria, en su esqueleto narrativo. La elegancia de las mujeres, que en situaciones de tremenda miseria son capaces de dignificar su día a día, sería una imagen que le marcaría para siempre. 

Foto: Google

Viajes iniciáticos aparte, estamos ante un encuentro atemperado y delicioso, escenario donde se fraguan los sueños. El sueño literario ya conquistado por nuestra invitada Pepa Roma.No sería periodista ni escritora sino fuera viajera”, sentencia. No en vano, cuando apenas contaba con dos décadas en su mochila dio la vuelta al mundo. Un cúmulo de experiencia que le despertaría su necesidad e interés por plasmarlo en papel. En la génesis del viaje, esta mujer de mirada afable y cercana encuentra su fuente de inspiración. Sorprenderá saber que, a pesar de haber trabajado como periodista en activo durante tres décadas, nunca se sintió como tal, lo consideraba algo funcional y accesorio. Una perspectiva que, sin embargo, cambiaría con el paso de los años. Una profesión, confiesa, que le ha terminado moldeando tal y como es ahora.

Seguimos atentos a las palabras que revelan una memoria despierta cuyo preciado fruto degustamos en forma de consejos. Reconoció que, sin bien la objetividad periodística no existe, debíamos al menos, intentar aportar el mayor número de puntos de vista posibles. Para ello, insistió en la necesidad de llevar a cabo siempre un proceso de documentación exhaustivo de los lugares que se visitan. Sólo así, sostiene, “lograremos viajar al destino con una mirada profunda y un espíritu propio”. Todo ello bañado por una indispensable capacidad receptiva, esencial para absorber todo aquello que se nos presenta.

Con el sueño lastrando nuestros sentidos no perdemos detalle de la relación a dos bandas que esta trotamundos imparable ha establecido hasta hace no mucho. El periodismo y la literatura aparecen en su vida como las dos grandes melodías de una banda sonora que todavía no ha finalizado. Frente a un periodismo que corre  sin éxito tras una imparcialidad que no existe; la literatura, comenta Pepa Roma, “permite otra forma de mirar el mundo desde la subjetividad, desde la profundidad, desde la huella que deja la experiencia vivida en tu conciencia, en la conciencia del narrador”.

La literatura se presenta para nuestra ponente como el viaje tanto tiempo deseado, altamente perseguido. Nada como viajar para inflamar la imaginación, dirían algunos. Ante el incontestable deseo de rendirse a los encantos de la literatura, abandona el periodismo. Sincera y emotiva, nos confiesa que “debía al menos intentarlo”. Un período de absoluta entrega y dedicación que ya ha cumplido algo más de dos años y que ha recibido su primera recompensa en forma de premio Azorín 2011 a su novela ‘Indian Express’, publicada por la Editorial Planeta. Un premio que, revela, le dio la energía y la confianza necesaria para seguir, ahora sí, los pasos que siempre quiso dar. 

En el fondo, como escribió la también viajera Freya Stark, la verdadera literatura de un país es su atmósfera. En un aire cargado de metas alcanzadas, Pepa Roma se despide no sin antes apuntar otra sugerencia: “seguir a vuestro instinto, servid a vuestros intereses si queréis aportar algo nuevo”.


26 de marzo de 2012

'Viajar es muy difícil', de Nuria Amat

He aquí un libro diferente, extravagante y atrevido. La extrañeza de un título que de entrada nos provoca a movernos por sus entrañas, a sumergirnos entre sus palabras.

Una invitación a un viaje atípico por ciudades de papel vestidas de melancolía que, como comenta la autora, huelen a escritor. Un recorrido singular sobre un mapa de ciudades literarias de otros tiempos ya desaparecidos en cuyo escenario caminan los grandes escritores de nuestra época. Ciudades irremediablemente asociadas a su autor: la Lisboa de Pessoa, el Trieste de Joyce o el Tánger de Bowles, son algunos ejemplos con los que Nuria Amat confecciona esta suerte de anti-relato para beneficio de lectores periféricos.


21 de marzo de 2012

Encuentro con Rosa María Calaf


Si hay un deseo hay un camino, reza un proverbio africano. Una cita que hasta la fecha ha seguido en mayúsculas la periodista e incansable viajera Rosa María Calaf. Más de 170 países recorridos, casi tantos como reconoce la ONU, y una larga y vasta trayectoria periodística que incluyen corresponsalías en Moscú, Hong Kong, Nueva York, Canadá, Buenos Aires, Roma y Viena. Esta es la carta de presentación de una mujer de alma inquieta y espíritu libre siempre en busca del viaje, de lo ignoto, alejada de la certidumbre que impone la cotidianeidad.

El relato aquí presente se construye sobre rápidos apuntes, inspirados por la oralidad de esta periodista de renombre que se define como ‘entusiasta, curiosa e insaciable’. Tres pilares indiscutibles de una personalidad arrolladora capaz de sobrecoger a sus oyentes que asisten impacientes a la siguiente palabra, a la siguiente historia. Mucho que contar y poco tiempo para hacerlo parece ser la ecuación a la que acude el equipo Kompaso en esta conferencia memorable e inspiradora a partes iguales.

Foto: Kompaso

Los viajes irrumpieron en la vida de Rosa María Calaf desde una edad muy temprana. “A los cinco años viajaba sola en autobús, de un pueblo a otro de la Costa Brava”, recuerda. Así comienza a dar sus primeros pasos esta infatigable trotamundos que desde entonces mira al mundo sin pestañear, ávida por encontrarse con lo desconocido y aprehender de ello. Ha pasado algún tiempo desde entonces, un tiempo colmado de vivencias, siempre desde la responsabilidad y el sentido común que esta periodista veterana aconseja a un público entregado del que somos partícipes. 

Con un bagaje extraordinario a sus espaldas, Rosa María Calaf ha dedicado su vida al servicio de la comunicación y los viajes con grandes dosis de humildad, respeto y responsabilidad, herramientas imprescindibles asegura para afrontar lo que tiene de transformador y revelador el viaje. Con una inconfundible mirada puntillosa y sensible, recorre cada anécdota, cada relato, testimonio enriquecedor de una dilatada experiencia que todavía no ha terminado. Y es que el hambre por el mundo la ha llevado a caminar sobre él, a buscarlo desde su ojo e infalible olfato periodístico. Unos rincones que han rebasado su propia imaginación, contando lo que no siempre se quiere escuchar y hablando de lo que pocos quisieran, rompiendo así estereotipos y silencios. 

Estamos ante una mujer de nombre inconformista y de apellidos intrépida y aventurera cuya naturaleza, vista desde fuera, pertenece a un orden distinto de la nuestra; manifiesta un grado superior de presencia y de permanencia. “El viaje es mucho más que hacer la maleta y coger el avión”, sostiene con una sonrisa y cierta ansiedad por compartir lo más posible, en contra del tiempo. Una condición indispensable, el tiempo, garantía e inmejorable compañía para sentir el viaje. Junto a éste, Rosa María Calaf nos descubre los ingredientes de una receta, la del periodismo de viajes: pasión, dedicación, experiencia, flexibilidad y adaptación; además de una necesaria especialización por temas y lugares, desvela generosa por compartir los entresijos de una profesión de la que es indiscutible embajadora. 

Hace tres años tomó la decisión de jubilarse, lo que la ha llevado no ha tomarse un descanso, sino a viajar sin itinerario, viviendo y viajando con apertura, viendo el mundo ahora sin tiempos, a merced de la idiosincrasia de cada viaje. Un tiempo de plenitud y no solo de ocio. Como decía Kipling: “hay dos tipos de personas: las que viajan y las que se quedan en casa”.

20 de marzo de 2012

Agarrar en décimo de seis


Un mundo en vuestras manos”. Así es como un clip audiovisual nos presenta lo que será el proyecto más sólido de este año. Un viaje, una aventura en práctica. En nuestras manos está el deseo de la suerte, la delicadeza de un sobre en blanco, continente de un título inspirador y que deberemos ser capaces de exprimir.

Cuarenta y dos alumnos, seis equipos, un mismo objetivo. Cada uno de nosotros, sostenidos por un mismo sentido, la emoción de la inocencia y del camino. Ha llegado el momento de agarrar el viaje, reposarlo en nuestras manos, manejarlo desde cero y explotar nuestros talentos. Seis destinos, seis sueños. Seis pasados. Cuarenta y dos formas de vida que, desde hoy, llevarán un sello más profundo.

Catania es la voz de nuestra conciencia. Nos llama impaciente con el furor de su volcán Etna. De ella, poco sabemos más que los masticados tópicos sicilianos. En seguida brillaremos con el tono del escritor Leonardo Sciascia. Para él, cualquier viajero atento y crítico vivirá la isla como un viaje interior. “Sicilia es el mundo”, proclama Sciascia. Como un ombligo, esta isla puntiaguda aprieta un mar variopinto y acelera los sosiegos de seis viajeros infatigables.

Agarro Catania en décimo de seis, a la espera de sumergirme en el espiral de este ombligo tejido de fuego y mar. Reinventar los viajes es nuestra tarea. Buen viento, dicen ellos, buena suerte, decimos nosotros. Hasta la vista, pues, buen rumbo.


Foto: www.gettyimages.com

19 de marzo de 2012

'Tristes Trópicos', segunda parte

A las puertas ya de un contenido sin dimensión temporal, Lévi-Strauss abraza la memoria de un hechos que sucedieron hace más de una década. En los festines del pasado, camina como si fuera hoy, desmantelando con soltura cada recuerdo, cada vivencia, demostrando una capacidad retentiva excepcional a prueba de decenios. La experiencia colonial aparece aquí como una cuestión diferencial a las demás etnografías contemporáneas, señalan las voces autorizadas. Si bien, la atmósfera de ‘Tristes Trópicos’ desprende un tono nostálgico que recorre toda la obra.

En esta narración retrospectiva el asombro tiene lugar desde el primer momento. No en vano, este antropólogo y filósofo de origen belga se aventura con un comienzo de lo más provocador y que aquí reflexionamos en ‘El fin de los viajes’. Sorprende la energía de unas palabras que sentencian la opinión del autor acerca del viaje y de los exploradores. Dice así: “Odio los viajes y los exploradores. Y he aquí que me dispongo a relatar mis experiencias”. Un proyecto que tardaría en ver la luz ya que “una especie de vergüenza y aversión” se lo impedía.

El autor en una de sus expediciones. Foto: Google 

Sobre esta declaración, esta figura intelectual de primera línea sienta los cimientos de una compleja estructura cuyos pilares nos harán recapacitar hasta derrumbar cualquier referente, cualquier juicio preconcebido acerca de los viajes, los viajeros, los relatos y la profesión del etnógrafo así como el propio exotismo de los trópicos. La añoranza de otro tiempo donde sí acontecían los “verdaderos viajes”, le lleva a afirmar que el viaje se ha convertido en un “espectáculo malgastado, contaminado y maldito”. A razón de unos relatos plagados de “detalles insípidos y acontecimientos insignificantes” que por contra, encuentran una aceptación considerable entre el gran público. En este panorama que ha perdido su esplendor, Lévi-Strauss navega cautivo de una alternativa que extiende sus extremos entre el “antiguo viajero, “enfrentado a un prodigioso espectáculo del que nada o casi nada aprehendería […]; y el “viajero moderno, que corre tras los vestigios de una realidad desaparecida”.

Lejos de decantarse por alguna de estas etiquetas, contempla su “existencia errante” desde la profesión del etnógrafo, prescindiendo de la aventura naturalmente asociada y que para él no es más que “una carga”, rehuyendo de esa exploración definida como “una reflexión cogida al vuelo”. El lector pronto se dará cuenta de su capacidad de creación teórica en este primer trabajo, próximo a la autobiografía, donde la etnografía “le procura una satisfacción intelectual: en tanto historia que une por sus extremos la historia del mundo y la propia […] tranquiliza ese apetito inquieto, augurando a su reflexión una materia prácticamente inagotable […]”.

Foto: Google. 

E inagotable prosigue este genial observador del ser humano en una prosa barroca con gusto por la descripción, capaz de sumergirnos en una vasta experiencia que atraviesa su convivencia con poblaciones indígenas brasileñas como los bororo, los caduveo, los nambiquara, etc. Sin abandonar aspectos que circulan por el carril de la crítica hacia la civilización occidental que arrasa las culturas del Nuevo Mundo (Amércia) y Asia, Lévi-Strauss nos conduce de nuevo a la pregunta que pone en cuestión lo establecido. Una aventura que empezó con entusiasmo y que sin embargo, ahora experimenta una sensación de vacío, “diluida en el aburrimiento […] de unas sociedades que hoy sólo son cuerpos débiles y formas mutiladas”.

Recompensa y castigo aparecen al unísono en un trabajo de campo convertido en una investigación “agotadora” donde afloran continuamente interrogantes que ponen en entredicho la voluntad inicial. “¿Qué he venido a hacer aquí?, ¿Qué espero?, ¿Con qué fin?, ¿Qué es exactamente una investigación etnográfica? […] ¿Quién o qué me había empujado a torcer violentamente el curso normal de mi vida”, se pregunta el padre de la antropología moderna mientras lanza al vuelo posibles respuestas a estos problemas que le atormentaban provocados por el “desarraigo al que se ve sometido el ánimo del viajero durante un período prolongado en condiciones anormales de existencia”.

Sometido a la dualidad que exige el papel del etnógrafo, “entre crítico a domicilio y conformista afuera”, Lévi Strauss elige a los otros y “sufre las consecuencias de dicha opción”, expuesto a la desintegración, a la destrucción que comporta todo esfuerzo por comprender “el objeto al cual nos hemos aferrado”. Desbancados de nuestras posiciones, asistimos a un renacer que, ahora sí, tiene un nuevo rostro: ‘Tristes Trópicos’. Una miscelánea inclasificable que proporciona un estado de ánimo especial que no querremos abandonar.

17 de marzo de 2012

Destino Catania

Esta semana hemos recibido una noticia emocionante. Finalmente ha sido revelado el destino de la Expedición Kompaso. Nada más y nada menos que Catania, Sicilia.

Foto: Google

Una ciudad fundada según Plutarco en el siglo VII a.C y llamada inicialmente 'Katane' (rayadura) por el característico suelo volcánico de las laderas de su majestuoso Monte Etna. Uno de los pocos volcanes activos del mundo y que provocó la total destrucción de la ciudad hasta en siete ocasiones.

Una isla llena de historia, marcada por el color del Mediterráneo y habitada por un pueblo especial, que dice hablar italiano, pero que esconde tras de sí un mundo por descubrir y una rica cultura construida por todas las civilizaciones que pasaron por ella.

Foto: Google

Nos espera un largo camino, que esperamos disfrutar a cada paso, hasta llegar a Catania. Mientras tanto, intentaremos aprovechar y aprehender cada una de las curvas que esta ruta pueda depararnos. Pues como dijo Ortega y Gasset "viajar no es tan sólo moverse por el espacio. Más que eso, es acomodar el espíritu, predisponer el alma y aprender de nuevo".

¡Katane! ¡Kompaso está de camino!


16 de marzo de 2012

Viajes y descubrimientos

Una de las razones más satisfactorias por la cual emprendemos un viaje es la certeza de descubrir un secreto, algo oculto o simplemente desconocido para nosotros, sean personas, lugares, sabores... está garantizado que experimentaremos esta sensación de conocer algo novedoso. 

Y este viaje académico no es la excepción, porque hemos descubierto el significado de la palabra 'Cosmovisión', que se define como el conjunto de principios comunes que inspiran teorías o modelos aplicados a todos los niveles de la vida, desde la economía, la política, la ciencia, la religión, la moral o la filosofía, creando una idea de la estructura del mundo que, a su vez, origina el marco o paradigma para las restantes ideas. A través de la cosmovisión, cada persona, cultura o época evalúa y reconoce su propia figura general del mundo y a partir de esta ella interpreta su naturaleza y la de todo lo existente en su entorno. 

La antropóloga Nadja Monnet nos ha introducido en el análisis y reflexión sobre este concepto con un vídeo realizado por Xavier Hurtado. El vídeo titulado 'Nawpa' presenta a César Pilataxi, un quichua de la zona andina de Ecuador, perteneciente al movimiento indígena de este país que ha tenido una de las tradiciones de resistencia más prolongadas e intensas de la América latina moderna explicando la cosmovisión de su comunidad y el enfrentamiento con los intereses del modelo de vida occidental.

Para los quichuas, según nos relata el vídeo, el desarrollo o concepción de la vida plena es buscar la Summa Kawsay como producto de la interrelación entre cuatro dimensiones que se complementan entre sí: Munay, dimensión que representa lo espiritual, Atiy, el ámbito político y organizativo, Ruray, la parte productiva o la economía y Yachay, que es el conocimiento, la educación y la ciencia. Su deber profundo y esencial como individuos y miembros de su comunidad es alcanzar la realización de todos estos elementos. Para ellos, no existe el desarrollo o el subdesarrollo y se oponen a las tendencias occidentales, incluidas ONG's, porque los catalogan como subdesarrollados y pobres queriendo fomentar únicamente el incremento de ingresos, la actividad productiva (Ruray), y, por tanto, dejando a un lado las demás dimensiones, ignorando la integralidad del concepto.

Pilataxi forma parte de un organismo no gubernamental formado por profesionales indígenas que impulsan la educación superior, la universidad entre sus comunidades como un espacio académico propio que permita enseñar el desarrollo de los conceptos desde éstos mismos. Aquí surge la primera reflexión, si rechazan el estilo de vida occidental, ¿por qué introducen 'instituciones occidentales' en su propia comunidad?

En Venezuela, también existe la Universidad Indígena en Caño Tauca, en el Estado Bolívar, creada en el 2004 como un espacio de educación pluricultural, de construcción y de rescate colectivo del pensamiento indígena. Según la prensa del Estado venezolano 'Últimas Noticias', en este recinto universitario las diferentes etnias indígenas "aprenden a resistir las amenazas constantes a su forma de vida ancestral y a su hábitat. Su meta es la creación de líderes que defiendan los derechos históricos a las tierras de los grupos indígenas y prevenir que una malentendida modernidad acabe con su acervo cultural [... ] la UIV es un refugio para la búsqueda de conocimiento y la formación de alumnos en los problemas que acechan la región, como la minería ilegal, los latifundistas ganaderos y los insistentes grupos evangélicos".

Indígena etnia Piaroa en la UIV. Foto: REUTERS / Jorge Silva

15 de marzo de 2012

Folclore marinero

Noche de recuerdos

"Todo empieza y todo acaba”. Así es como Pablo Cruz, batería y percusionista argentino, inaugura el pasado 2 de marzo la última de las “Noches de folklore en Barcelona”, un ciclo que ha alimentado a un público variopinto durante tres años.  

Cruz, coordinador del ciclo, descobija su esfuerzo de estos últimos años y lo entrega a un público fiel y nostálgico. Cincómonos, el local donde se lleva a cabo el espectáculo, se adapta a unos asistentes insaciables y dispuestos a honrar un trayecto compartido. A simple vista, se percibe un recuerdo “a lo argentino”, la luz rojiza de la sala evoca los ambientes porteños de la capital suramericana, y los abrazos evidencian los lazos entre músicos y compañeros emigrados. Pero también acuden catalanes admirados por una propuesta folklórica que ha sido un lujo fugaz en la ciudad.

Un género viajero

Originario de Córdoba, Argentina, Pablo Cruz se relacionó con la música desde su infancia a través del teclado y a base de escuchar música clásica y grupos más modernos como los Beatles. No fue hasta los 17 años que decidió formarse como músico. “Ocurrió por casualidad, cuenta, cuando en el ensayo de unos amigos faltó el batería y me puse a tocar una funda de caja y una caja”. Acompaña la anécdota con una enorme carcajada. Es un músico modesto y con gran sentido del humor pero, por encima de todo, dedicado a cuerpo entero a ese arte. 

En América estudió junto a personalidades como Roberto Junior Cesari o Robertinho Silva. De ahí amplió su talento con estilos como el jazz, el rock, el funk o el folklore argentino. El folklore, como bien indica la palabra (en inglés, la raíz “folk” define pueblo, y “lore”, conocimiento), combina el saber y las tradiciones de un pueblo. En el caso del folklore argentino, hablamos de una música resultado de una gran fusión de culturas cuando, a principios de siglo XIX, se mezclan trazos autóctonos con otros de europeos. Una unión que, esta noche, en Cincómonos se intuye en el aire y en la variedad de acentos que se escuchan. Al estilo de jam, varios músicos pulen el escenario con diferentes estilos y danzas.

“Cuando descubrí el folklore, dice Cruz, sentí un clic. Hay algo muy noble en este género”. Es esta profundidad lo que le ha llevado a crear un proyecto como el de “Noches de folklore en Barcelona”. Según él, siente una responsabilidad de llevar el género a todos lados o, dicho de otra forma, hacerlo viajar y permitir que éste se mezcle con otros estilos tradicionales. 

De todos los estilos y danzas, Cruz se queda con la zamba, por la emoción que le provoca, y la chacarera, por hacerle hervir la sangre. Si nos centramos en la zamba-cueca, por ejemplo, descubriremos su calidad marinera. Su poliritmia zarpó de África y se mezcló con lo criollo de Suramérica. Hablamos, en la mayoría de los casos, de estilos viajeros, creados a partir de ritmos que han recorrido continentes hasta alcanzar tierras argentinas.  

La apuesta de dos varitas
Viajero también lo es Pablo Cruz, no solamente por su apuesta de afincarse en Barcelona hace diez años, lo cual le ha salido bien, sino también por sus constantes conciertos a lo largo del territorio europeo y, anteriormente, en su país de origen. Según Pablo, “el viaje es un alimento para el espíritu” y la música, a la vez que una profesión seria e indispensable, “es una excusa para viajar”. Su objetivo es conocer el mundo tocando, repicando ritmos que, a la vez, tienen un origen histórico también en movimiento. 

De todo esto hay algo más que cumplido. Los aplausos abocados llenan Cincómonos de recuerdos. Una mezcla folklórica que acepta tanto a aficionados como a expertos. “Es en este contraste, cuenta Cruz, donde radica la espiritualidad del género.” Un público en silencio “comprometido para escuchar una propuesta sincera y multicultural”. 

En todo viaje, algo empieza y algo acaba. Como un ciclo, las “Noches de Folklore en Barcelona” llegan a su fin. El compromiso hacia un género se marcha al repique de unas varitas que aluden al trayecto de un tren infatigable, como un retumbo que, hoy, parte hacia otro destino.


Foto: Pablo Cruz


14 de marzo de 2012

Racismo irracional

Nuestro campamento lo forman personas de distintos y lejanos lugares, pero con un aspecto en común: Todos nosotros consideramos que nuestro hogar es tan grande como podamos imaginar. Y este hogar es La Tierra. Atrás quedaron las barreras políticas que nos dividen y pretenden hacernos diferentes. Para nosotros esos temas quedaron obsoletos. Pero aquel día vino a recordárnoslo Jordi Grau, doctor en antropología social y cultural. Si ya ninguno de nosotros consideraba la obviedad de que todos somos iguales como tema de debate, él nos dio una clase magistral sobre ello.
 
“El racismo es tan irracional como juzgar un libro por el color de sus tapas”
A lo largo de la historia se nos ha pretendido encerrar en fronteras y dividirnos por razas. Pero, qué es una raza, si todos compartimos los mismos genes. Jordi nos aclaró que cuando hablamos de raza lo hacemos como un uso social, pero entre las personas es imposible que haya distinción de ellas. Sólo se podría hablar de tal caso si nuestros genes fueran diferentes. Pretendemos constatar estas diferencias por nuestro aspecto físico y actitudes culturales, pero esto no tiene nada que ver con el racismo, son rasgos fenotípicos.
La raza es una categoría cultural, no una realidad biológica. Los grupos étnicos, cuando una comunidad reclama una entidad propia, están promoviendo la diferenciación respecto a los demás. Serán diferentes físicamente, culturalmente, socialmente… pero serán iguales a los demás realmente.


Foto: Google 

Todos somos indígenas de algún sitio. ¿Dónde está Oriente? ¿Y Occidente? Alguien puede ser alto, bajo, gordo, flaco… ¿Pero respecto a qué? ¿Quién es negro y quién es blanco?
Con este tipo de cuestiones, Jordi, consiguió hacernos ver la dificultad de describir algo o a alguien sin tener referencias. Para la gente que llega a nuestra tierra, nosotros somos los indígenas. Oriente y Occidente cambia según el lugar donde te encuentres. Puedes considerarte alto o gordo, pero siempre habrá alguien que lo sea más. Y, en cuanto a colores… ¡el mundo está lleno de matices!
Nos contó la historia de un indio que en un juicio, cuando le tocaba declarar, se negaba a jurar que diría toda la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad. El juez le preguntó por qué y éste dijo: Yo solo puedo decir lo que sé.
Y es que, aunque creamos saberlo todo al mirar, no conocemos ni una cuarta parte de lo que hay por detrás. Lo que vemos, aunque parezca mucho, es consecuencia de mucho más, que tardaremos mucho en entender. Algo así como la punta de un iceberg.
Jordi Grau solo estuvo tres horas con nosotros, pero ese tiempo dará para mucho más.

13 de marzo de 2012

Antropología y Cultura a debate


A menudo, se habla del placer de viajar y de conocer otras culturas. Un motor que ha impulsado e impulsa a muchas personas a la hora de desplazarse. Como en los paisajes exóticos de Henri Rousseau, sus seres alcanzan la dignidad de objetos, donde cada cultura ofrece una significación particular. Conocer otros pueblos, otros rostros, dicen, amplía horizontes o incluso, como decía Séneca, ‘imparte un nuevo vigor a la mente’. El viaje, por tanto, aparece como el vehículo que nos permite entrar en contacto con distintas culturas. La posibilidad de conocer gente nueva constituye, en este sentido, uno de los principales y sugerentes atractivos.

Entorno a este concepto de uso extendido, ‘cultura’, organizamos nuestro campamento. Un encuentro presidido por la antropóloga Nadja Monnet y otros colegas de profesión como Josep Martí, autor del artículo que nos ocupa ‘¿Antropólogos sin cultura?’. A través de este particular debate, viajaremos con este término cuyo empleo ha suscitado tanta reflexión. Y no es para menos. Nos encontramos ante un término que goza de un gran éxito popular. Una popularización con la que no todo el mundo está de acuerdo. Y es que la cultura es un vocablo abierto y voluble, sujeto a múltiples formas de comprensión, que varía constantemente de significado y de connotación. Esta impresión de polisemanticidad ha sido objeto de controversia entre antropólogos y sociólogos, quienes denuncian los malos usos que se hace de la palabra y que conducen a una trivialización o incluso a una politización de ella. En este sentido, las posturas más radicales proponen su abandono sin renunciar empero a las ideas conceptuales que implica.

Algo sorprendidos, reflexionamos sobre un tema que hasta ahora apenas habíamos contemplado cuando nos referíamos a cultura. Una pieza clave del viaje, sin duda. Entonces, ¿qué entendemos por ‘cultura’? Definiciones generales aparte, los teóricos diferencian entre su uso en singular, aquella que el individuo adquiere a través de procesos sociales; y su versión en plural, entendida como unidades discretas y coherentes, como formas de vida específicas de un colectivo en un periodo histórico, defiende Reckwitz. El problema, sostiene Abu-Lughod, reside en esta generalización que exagera los rasgos diferenciales en relación al otro, e ignora las experiencias individuales en el seno de la comunidad.

Pero vayamos un poco más allá de su interpretación. A esta confusión de su significado múltiple se le añade una maraña de equivalencias equivocadas que nos lleva a hablar de sociedad, de identidad cultural y de su utilización en sentido etnocrático. Dichas equiparaciones, comentan, proceden del hecho que una de las características de la cultura es que ésta es compartida. Esto es, el conjunto de elementos culturales que comparten los miembros de una sociedad. Sin embargo, y aquí radica la cuestión, dentro de una colectividad, compartir una cultura no quiere decir tener que hacer un uso de los mismos rasgos culturales, sino compartir unas competencias culturales que serán activadas o no según los roles diferentes de cada persona en particular, afirma Josep Martí.

El equipo de Kompaso permanece atento y pensativo ante semejantes aspectos relativos a la manera de cómo se entiende cultura. Unos temas que son, precisamente, los que hacen dudar a los entendidos sobre la conveniencia de conservar el concepto al menos, dicen, en lo que se refiere al sentido anteriormente comentado. Lejos de contemplar su renuncia, nuestros invitados al campamento base sugieren y nos invitan a una necesaria reformulación. La crítica, pues, está servida.

                             Foto: Google



12 de marzo de 2012

'Tristes Trópicos', en dos entregas

Entre líneas reza el encabezado de esta sección. Una expresión al uso que sin embargo, deviene imprescindible a la hora de emprender una tarea como es la lectura de ‘Tristes Trópicos’, de Lévi-Strauss, un clásico de la literatura étnica y antropológica.

A tientas y con el respeto que se merece una de las obras más importantes del s.XX, una servidora pasa página con la complejidad que comprende enfrentarse a un libro de difícil clasificación: los viajes, la etnografía, la filosofía y la moral entretejen con reconocida maestría el esqueleto de un texto que a pesar de tener más de medio siglo de vida, continúa vivo. Las narraciones discurren paralelas y entrelazadas en un viaje singular e iniciático. Entenderlas abre una nueva perspectiva mientras la mirada del autor dibuja caminos que vienen y van acompasando con gran destreza las crónicas coloniales y el ‘trágico presente’ en el que se encuentra.

Foto: Google

Zambullirse en su lectura es lanzarse no sólo al descubrimiento de su primer trabajo de campo etnográfico entre 1935-1939, dirigiendo exploraciones periódicas en el Mato Grosso y la selva tropical amazónica de Brasil, sino más que eso, supone una inmersión profunda donde se interroga sobre cuestiones más trascendentales sobre la civilización. Aspecto que puede entrañar un cierto riesgo de incomprensión y asombro, y como tal, sugiere la pausa como rincón dedicada al pensamiento y a la introspección. Un ejercicio que se mide desde otra concepción del tiempo, solo así conseguiremos acercarnos a las entrañas de semejante conocimiento.

A diferencia de otros ejemplares, avanzar en cada línea, en cada palabra, implica retroceder en el conocimiento que uno cree haber aprendido. Un método atípico y efectivo que nos lleva a tener la impresión de no estar a la altura. La constancia y la atención del lector actúan como herramientas necesarias si queremos sacarle el provecho que merita ‘Tristes Trópicos’. Unas líneas que trazan el genio y el talento del maestro de la antropología estructural Lévi-Strauss. La inmensidad desde la cual se concibe la obra, complica en gran medida la síntesis de estas palabras y extiende el relato ocupando el espacio que merecen los más avezados. Unas pinceladas, las de este primer texto, que se presentan en una suerte de calentamiento, requisito conveniente para lo que vendrá después. 

"Qué difícil es ser diferente"

Así es como concluye nuestro invitado, Álvaro Blanco (subdirector general de TourSpain). Una charla para la que el equipo Kompaso apenas se ha tenido que mover de la silla pues nos encontramos ante TourSpain, un organismo de la Administración General del Estado, responsable de la promoción exterior del turismo de España. 

Dicen las voces acreditadas que la marca de España está perdiendo poder, estima y diferenciación. Y eso que, recordemos, Spain is different. Probablemente el eslogan más recordado de turismo de este país. Fue tan potente que, incluso hoy, permanece vigente. ¿Quién no ha escuchado alguna vez esta mítica frase cuando le preguntaban su procedencia en el extranjero?. La sostenibilidad de dicha diferenciación, sin embargo, está experimentando un nuevo marco de referencia compuesto por nuevos viajeros, nuevas demandas y, en definitiva, nuevas tendencias que sugieren e incitan al cambio en materia de estrategias de comunicación.  

En este sentido, la idea generalizada de un país veraniego contrasta ante una creciente segmentación del consumidor y una polarización de la demanda, ambos factores clave cuyo análisis y conocimiento determinará en gran medida el resultado de cualquier acción. Conocer sus preferencias y expectativas nos acercará, en mayor o menor medida, a lograr la fidelización y a estimular el factor de repetición.

Una nueva hoja de ruta se abre en el camino de este sector estratégico y principal industria. Nuestro ponente prosigue la presentación en una suerte de escaparate y análisis de lo que está sucediendo. El público, por su parte, asiste sin demasiadas sorpresas al pase de las diapositivas. Resulta curioso que la intencionalidad por renovar sus pautas y líneas de actuación que quede, a la vista de los resultados, en eso, una mera intención. Pues la promoción turística todavía está lejos de mostrar esa diversidad cultural y geográfica que permite, entre otras cosas, adaptar nuevos productos.

Y es que, tal vez, aquello que más nos define y vincula únicamente con la imagen de sol y playa se encuentre en su fase madura. Un hecho que nos lleva, indefectiblemente, a considerar su necesaria redefinición (que no abandono), y responder así a la modificación de los hábitos de los consumidores. 

Última campaña publicitaria de TourSpain. Foto: www.tourspain.es 

11 de marzo de 2012

Sonrisas en el desierto

Cuando apenas habíamos comenzado a andar nos encontramos con otro expedicionario. Se trataba de Lluís Pont, y decía llevar sobre sus hombros el liviano peso de Xaluca. Una empresa que precisaba de una mochila muy grande para abarcar todo lo que ello significaba, pero que se hacía de lo más llevadera puesto que contaba con mucha gente dispuesta a ayudar con la 'carga'.

Lluís decidió un día compartir con su familia un pequeño pedazo de esa África que tanto le había cautivado en sus viajes en moto: Marruecos. Allí, como quien no quiere la cosa y como suceden la mayoría de los grandes acontecimientos de la vida, se encontraron con Tayeb, un beduino del desierto. Con él descubrieron un fantástico pueblo, una hospitalidad increíble y una gente a la que recompensar. Así nació Xaluca, un conjunto de hoteles y personas que, al Sur de Marruecos, constituyen un sustento para 300 familias y hospedan a más de 10.000 personas al cabo del año. Los hoteles de Xaluca no tienen catalogación por estrellas. O, mejor dicho, sí que la tienen, depende de lo despejada o nublada que esté la noche.

De mirada viva y puntillosa, este hombre de carácter vivaz nos hablaba de su gente, sus empleados, como una gran familia. Se mostraba seguro cuando afirmaba que si las cosas se llevan a cabo con el corazón, todo sale bien. Si las personas creen en lo que hacen y sienten como suya esa empresa, harán lo posible para que todo fluya de una manera natural y perfecta, asegura con gran convicción. Para esta expedición, Lluís decidió elegir personalmente a todos sus acompañantes. Quería a gente auténtica trabajando con él. Después de dividir a los candidatos en dos grupos finalmente optó por el de los que sonreían, confiesa.

Y es que este expedicionario derrochaba optimismo en todas sus palabras. Sentía una confianza absoluta en todo su equipo y una innegable seguridad en su buen hacer y en que todos sus clientes quedaran satisfechos. Pero el sentido común, del que a veces pecamos y nos hace sospechar terminó por confirmar aquellos rumores que empezó a escuchar. "No todo puede ser tan bonito", apuntilla. "¿Cómo se hace para controlar semejante número de personas y tan importante empresa?", preguntó uno de los oyentes. “Las cosas salen solas”, respondió con firmeza acompañado de una gran sonrisa.

La noche avanzaba mientras el equipo Kompaso, guiado por la experiencia del aventurero antes que empresario Lluís Pont, asistía a una clase magistral de optimismo en la que, además, se habló de un proyecto que estaba a punto de llevar a cabo: el sueño de su vida. Durante cuatro meses y junto a su hijo, se dispone a cruzar África en coche en una travesía de Norte a Sur, con una cámara de fotos que regale sonrisas a todos esos niños que pocas veces tienen ocasión de verse inmortalizados en papel fotográfico.

Puede que la vida no sea tan fácil como Lluís la muestra, pero él eligió el grupo de los que sonríen.

Lluís Pont, al fondo, hablando sobre su proyecto. Foto: Mireia Sanz


10 de marzo de 2012

La Aventura de la Ciencia


De la mano de Jordi Serrallonga tuvimos la oportunidad de viajar por toda la evolución de la ciencia y la humanidad, paseando con Darwin por las Galápagos a lomos de una tortuga gigante y llegando hasta lo que este arqueólogo, naturalista, escritor y comunicador excepcional, denomina la era post darviniana. Esa expedición nos dejó con muchas ganas de seguir viajando para aprender, para continuar lo que Serrallonga nos presentó como la Aventura de la Ciencia


9 de marzo de 2012

El viaje de nuestra especie

Los humanos y los chimpancés compartimos un mismo ancestro, por lo que éstos no son nuestros abuelos, sino nuestros primos. Con frases como ésta nos deleitó el aventurero arqueólogo Jordi Serrallonga, el día en que se cruzaron nuestros caminos.

Jordi Serrallonga. Foto: ub.edu.

Y es que Jordi combina su labor como naturalista, escritor y guía de expediciones con la docencia. En esta ocasión nos sacó de nuestro campamento para darnos un paseo por su vida y la de nuestros antepasados. El viaje comienza con una distinción que Serrallonga considera clave entre los humanos y los animales: nuestro aspecto infantil. Llega un momento en el que los animales dejan de jugar para sobrevivir, pero nosotros seguimos jugando y eso es, precisamente, lo que nos hace avanzar. Si no nos gustara tanto, no cambiaríamos tan frecuentemente de ordenador o de móvil, comenta nuestro cicerone.

 
Los seres humanos y demás animales aparecieron en el año 4004 a.c.

No, esto no lo afirma Serrallonga sino esa teoría del creacionismo que indica que todo fue creado de repente por un dios. Y es que Jordi tiene su propia 'Biblia', en la que Darwin es la clave. Todo lo demás, sostiene, es ‘Antes de Darwin’ y ‘Después de Darwin’.

Otra visión que existía antes incluso de que Darwin naciera, era la visión catastrofista. Ésta planteaba que Dios fue creando especies pero que, presumiblemente, no le agradaban del todo por lo que fue eliminándolas. Véase como ejemplo los dinosaurios o los mamuts para quedarse finalmente con el perfecto hombre, que no con el hombre perfecto. Se trataba de una forma de ver a la especie humana desde un prisma de sucesión y no de evolución. Cubier fue uno de los propulsores de esta forma de ver el mundo.

El primero que se atrevió a decir que las especies podían cambiar fue Jean-Baptiste Lamarck. Pero sus ideas no fueron tenidas en cuenta en su época, aunque su obra circuló por Francia e Inglaterra, hasta llegar a manos de Darwin. 


Un viaje por la vida del padre de la evolución 

Antes de su viaje Darwin, proveniente de una familia acomodada, era un snob y mal estudiante de medicina, nos dijo Jordi. Su padre, cansado de sus malos resultados lo metió a estudiar teología. Allí se topó con la obra de su abuelo que fue evolucionista y la criticó. Antes del famoso viaje que lo llevase a Las Galápagos, nadie se hubiese imaginado que Darwin hubiera acabado siendo el padre de la teoría de la evolución.

Fue Humboldt, profesor de Darwin y geólogo, quien lo intrudujo en el mundo de la botánica. Ahí empezó a interesarse por el mundo de la naturaleza. Fue tal la curiosidad que creció en él por las plantas y especies que le rodeaban que dejó de recolectar todo tipo de muestras e insectos.

H.M.S. Beagle, 1832 Foto: The Complete Work of Charles Darwin Online



Este mismo profesor le embarcó en el viaje que cambiaría su vida. Darwin estaba ansioso por conocer las Islas Canarias y Humboldt le habló de que había un barco que iba a hacer una cartografía del Nuevo Mundo y que antes haría escala en estas islas.

Finalmente su padre acabó sufragándole el viaje, que en principio duraría dos años pero que se prolongaría hasta cinco. Darwin embarcó como acompañante del capitán Robert Fitzroy, quien quería demostrar la veracidad de las teorías de Cubier sobre el catastrofismo. Para eso contó con Darwin, que ya empezaba a destacar como naturista.

Curiosamente, Darwin se mareaba en el mar, ansiaba llegar a Tierra para poner los pies en el suelo, recolectar y clasificar especies y hacer todo tipo de expediciones. Una de las más conocidas y quizás la más larga fue la que hizo a caballo en la Pampa Argentina, dónde se supone que contrajo el mal de Chagas.

Pero fue en las islas Galápagos donde, además de seguir practicando algunos ejercicios tan curiosos y quizás aun pre darvinianos como intentar cabalgar encima de unas tortugas gigantes, tuvo también la oportunidad de recoger numerosas plantas y animales junto con un gran número de variedades de una misma especie de pájaros, los pinzones.

Terminadas sus expediciones con el Beagle, acompañados de la narración de Serrallonga llegamos junto con Darwin a su Inglaterra natal, donde tuvo que quedarse durante el resto de su vida debido a la enfermedad que había contraído en su viaje. Un contratiempo que, sin embargo, no le impidió seguir viajando; a través de sus estudios consiguió recopilar, junto con otros científicos de su época, los datos y conclusiones que le llevarían a formular sus conocidas teorías de El origen de las especies.

Debió de ser entonces cuando realmente gritó su particular ‘¡Eureka!’. Y es ahí donde empezó el ‘Nuevo Testamento’ según la 'Biblia' de Serrallonga. Habíamos llegado a la era post darviniana. 

8 de marzo de 2012

Un viaje a través de la Historia

Viajar es comprender nuestro pasado, nos sirve para entendernos a nosotros mismos y comprender las huellas de nuestros ancestros, en ese afán incansable por conseguir todas las respuestas, aunque la única certeza sea encontrar nuevos interrogantes.

El viajero que parte hacia un lugar desconocido siempre indaga, escuadriña y procesa todo lo que lee, ve y escucha sobre su destino con la perspectiva del etnocentrismo, esa tendencia natural de cada cultura que mira hacia sí misma, hacia su interior y desde allí valora o quizás juzga las diferencias con otras culturas. Es una realidad comprensible, hasta cierto punto inevitable, el desafío reside, por tanto, en llegar al punto de equilibrio en este camino del periodismo de viajes.

David Rull, egiptólogo y un personaje único y anecdótico de esos que da gusto conocer, es el encargado de orientarnos en este nuevo reto de la divulgación histórica, arqueológica y cultural en el periodismo de viajes. La misión consiste en discriminar temas muy especializados a nivel científico y comunicarlos de una manera atractiva, enigmática y, sobre todo, accesible para turistas y viajeros que se aventuran a absorber, sentir, vivir otras culturas.

Foto: David Rull

5 de marzo de 2012

La energía del Viaje

Alguien dijo una vez que los viajes son como los libros, se inician con cierta incertidumbre y se finalizan con nostalgia. Pero en el extremo de estos sentimientos encontramos una bandeja incontrolable de emociones. La historia suele comenzar con un punto minúsculo perdido en la inmensidad de la delicia. Mucho antes siquiera de poner fecha y rumbo.

Se trata de un ligero cosquilleo a menudo en el estómago, un cambio de vibración, un estremecimiento... que poco a poco va in crescendo a medida que vamos dándole forma y que actúa como estímulo e inspiración para almas itinerantes. Esta emoción es 'la energía del viaje', cuyo nombre evoca la luz de sus muchas bellezas. Los sueños y deseos son. Y cuando se transforman, nos sacuden hasta dejarnos a cada uno con un brillo especial en la retina. Pues el viaje es un escenario que pertenece a un universo distinto, visceral y sorprendente. Donde la costa de los descubrimientos es inconmensurable y obedece, a menudo, a sus impulsos inmediatos.

Foto: Google

Los paisajes, sus gentes, sus costumbres... se alternan abriéndose paso en mitad de nuestra imaginación. No importa ni dónde ni cuándo. De norte a sur absolutos, de Oriente a Occidente... un órdago que perseguiremos hasta el final. Pues de eso se trata, de entregarse a la experiencia energética de expansión y conexión que proporciona el viaje. Y todo ello, a través del entusiasmo que nos mueve hasta llevarlo a cabo. Un pasaje hacia una nueva mirada.

Los tempos pueden variar en la génesis del viaje. A veces, nuestra semilla permanece en una dulce hibernación; otras, su efecto es raudo y veloz. Pero en ambos casos, puertas adentro, sus encantos cubren las expectativas que uno se hace en el escenario elegido. Dejándonos en una armonía única y en un cierto estado alterado de conciencia solo por el hecho de moverse, de viajar, de partir. Y cuya sed sólo saciaremos con el siguiente paso. Para irse sin dejar de quedarse nunca.

Así que si sienten el pistoletazo de salida, suelten amarres y zarpen a la aventura del viaje en total libertad. A disfrutar del Mundo.

4 de marzo de 2012

Marco en vacío

Un recuerdo a llenar, una imagen a crear. La nada y el todo en un viaje aún en blanco. En él se proyectan las huellas de un trayecto imaginario, se iluminan los deseos de un sueño de aventura. Una pantalla en el que el yo y el otro se funden en la blancura. Empieza el Máster en Periodismo de Viajes y me siento como un marco en vacío, preparado a relucir. Una base de carácter inmortal cubierta de un anhelo enérgico de mutar.

Foto: Carmina Balaguer


3 de marzo de 2012

El valor del camino

Mares del mundo. Hasta los confines de un planeta, curiosamente llamado Planeta Tierra, nos trasladamos a una superficie que ocupa las tres cuartas partes. Portador de miles de leyendas, sobre ellas navega el hombre, antaño explorador, comerciante o exótico y temerario pirata, hoy seducido por la aventura de un lugar indómito, donde jugar a la libertad alejado de territorios encorsetados. De azul te vistes en una escala cromática que desafía la imaginación y, en una alternancia rítmica, revelas a la mirada de quien te observa un carácter siempre cambiante entre la serena calma y la vorágine de un arcano tumultuoso.

Seducidos por el canto de las sirenas que protagonizaron las conocidas leyendas de aguerridos marineros, son cada vez más quienes se decantan por el valor del camino como forma de viaje. En unos tiempos donde se premia la inmediatez de los transportes, otros prefieren soltar amarres y apagar motores. Una demanda, si bien, en alza.

En este escenario protagonista de grandes relatos, no pocos ‘bolsillos’ se han lanzado a satisfacer esta necesidad creciente por el transporte marítimo. Una alternativa sugerente a la tradicional y congestionada vía terrestre y a la veloz aviación. Un desplazamiento alternativo donde el transcurrir del tiempo parece no tener demasiada prisa. 

Foto: Grimaldi Lines

Opciones, como de costumbre, hay para todos los gustos. La que nos ocupa, Grimaldi Lines, responde a un producto a medio camino entre el crucero de masas y el ferry. Un negocio que justifica su línea de acción en las llamadas ‘Autopistas del Mediterráneo’ que, por lo visto, agilizan las cadenas logísticas, reducen costes y protegen al medio ambiente. No contentos con el servicio que ofrecían en sus inicios, Grimaldi Lines decidió dar un giro en su estrategia de comunicación y ofrecer una ‘experiencia’ como valor diferencial en sus desplazamientos.

Con las manos en ‘los bolsillos’ continúa el estudio de un caso que, lejos de ofrecer herramientas para nuestros viajeros, responde a una única y clara voluntad: la comercialización del sueño. Esto es, la industrialización del viaje. Con cierto apremio, nuestro invitado anota las ideas en una comunicación absolutamente unidireccional.

Tal vez sea, como apuntó al comienzo con una cita de la película ‘El cielo protector’ del director Bertolucci, que “el turista sabe que al acabar volverá al punto de partida, el viajero no”. Y es que a veces conviene girar el eje gravitatorio y desplazarlo hacia otra latitud.

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