28 de mayo de 2012

Un viaje a contrarreloj

A veces, la realidad puede superar la ficción. Sucedió hace ciento veintitrés años. Una hazaña que tiene el rostro femenino poco habitual de entonces de una reportera precursora del periodismo encubierto. Se llama Elizabeth Jane Cochran, más conocida por su pseudónimo Nellie Bly.

Heroína de una propuesta arriesgada fruto de un alma inconformista e intrépida. Un espíritu a contracorriente de firmes propósitos que daría lugar a una excelente y entretenida crónica de viajes que, por fortuna, ha llegado hasta nuestros días en forma de un libro llamado 'La vuelta al mundo en 72 días'. Con un desafiante primer capítulo  –una propuesta para ceñir el mundo–, Nelly nos presenta su sólida aspiración: dar la vuelta al mundo en 80 días o menos y batir el récord del personaje literario de Julio Verne, Phileas Fogg.

El periódico The World recoge la noticia. Foto: Google

Una visionaria voluntad que tuvo lugar en la desidia de un domingo en blanco ante la inminente y rutinaria reunión con su redactor jefe. 'Siempre he creído que nada es imposible si uno aplica cierta cantidad de energía en la dirección adecuada', matiza con una decisión inquebrantable. Y así, un 14 de noviembre de 1889 partió desde el puerto de Hoboken (New Jersey). Un punto de partida que le llevaría a plasmar a modo de diario las perspicaces reflexiones y experiencias plagadas de encuentros variopintos con todo tipo de personajes a su paso por Londres, Suez o Penang. Incluída una cita envuelta por la cortesía y la cordialidad con el escritor Julio Verne y su mujer en su casa de Amiens (Francia), quien apuntaría la frase que sellaría su entrevista: 'Si consigues dar la vuelta al mundo en 79 días, te aplaudiré con ganas'.

Perseverancia, ánimo y una estoica terquedad acompañan a esta atrevida periodista de mirada aguda y muy personal, dispuesta a vencer las dificultades de un periplo que causó una gran expectativa en su tiempo.

Retrato de Nellie Bly. Foto: Google

Marruecos bajo apodo

Gabi Martínez, escritor instalado en la literatura de viajes, nos entrena a perseguir el recorrido que la narración de este género ha vivido durante el siglo XXI. Para ello, nos traslada a sus orígenes más antiguos, recordando escritos de personajes como Homero o Marco Polo, anclajes en la historia literaria del viaje. Kompaso recibe estas memorias como ecos, nos resuenan familiares después de haber cruzado varios campamentos. Martínez, culmina la fase preparatoria con otro personaje destacado del retrato del viaje: Alí Bey.

Domingo Badía y Lleblich era como se llamaba en la realidad. Alí Bey fue el apodo que él mismo se puso. Este personaje, es presentado bajo diversos subtítulos. El de aventurero, peregrino, escritor, viajero, cronista, e incluso espía. Pero, por encima de todos, el de pionero. Su carácter arriesgado le llevó a cruzar el Estrecho para sumergirse en el mundo de Oriente y retratarlo en profundidad. Empezó el viaje por Marruecos. Era el siglo XIX y, sus escritos, servirían de base para los brotes que la literatura del viaje viviría a partir del siglo XX y XXI. 

Ali Bey. Foto: www.google.com
Sus pasos fueron célebres, pues investigó un territorio totalmente desconocido por el mundo occidental en ese momento. Desde Marruecos, se movió a Trípoli, Chipre, Arabia, Siria y Turquía. A fuerza de un nombre falso y de otras estrategias como la de convertirse al Islam, consiguió ser el primer hombre blanco con orígenes occidentales en poder acceder a La Meca.

De su trayecto salieron varios escritos, de los cuales,  Kompaso ha querido escoger 'Viajes por Marruecos', no solo por su interés que se podría calificar de etnográfico, sino también por la cercanía que algunos de los componentes han tenido con el país. La lectura del libro es ligera, aunque no por ella deja de ser completa. Alí Bey habla de Marruecos desde un análisis pulcro. Se detiene en finos detalles y especifica lo que ve con una resolución impecable. Descubre un universo y lo recrea, lo desmenuza. Lo deshila hasta su capón más virgen. Su escritura es una mirada metódica de un gran conjunto, como si él mismo hubiera convertido su viaje en la más preciada de las disciplinas.

Para ello, se sirve del sistema de la enumeración, convirtiendo en varios momentos la narración en un prototipo de ficha técnica encubierta por la mano de la literatura. Lo refuerza con una repetición de conceptos. Alí Bey insiste, con sus palabras quiere registrar. Y no olvida repasar cada punto con descripciones minuciosas. Podemos decir que se esfuerza, a la vez, en interpretar. Con todo ello, crea una excelente bitácora, en la que también se encuentran anotadas informaciones de carácter científico, como los grados de temperatura en función de la orientación en la que se encuentra, o las especies de las plantas que él mismo recoge. La forma del relato apoya esta idea de cuaderno, dividiéndolo en apartados según las fechas del viaje, las lunas, u otros símbolos. 
Tánger. Foto: www.google.com
En 'Viajes por Marruecos', Kompaso se detiene en Tánger, en las descripciones de sus calles empinadas y curvadas, la arquitectura de sus mezquitas y las ceremonias de boda. Tres formas con las que Alí Bey presenta el modo de vida de un lugar aún extraño. Tras pasear con varias lecturas, escogemos tres pedazos de este contacto. El salir a la calle y tocar el techo de la casa con la mano. La cerradura de madera de la puerta. El arte del grito femenino.

Personaje admirado, Alí Bey fue, a la vez, un admirador del terreno que visitó. Descubrió un mundo y creó un universo a su alrededor para introducirse en él. El nombre falso es solo un testimonio fractal de su ímpetu explorador, con el cual pudo moverse con más facilidad. Es en este sentido en el que hablamos de personaje para englobar todos los conceptos con los que Ali Bey fue descrito. La pasión convirtió a un hombre en otro, en un personaje viajero con el que pudo acceder a los hilos de toda una cultura ignorada hasta entonces.

Barcelona, terrazas de altura

Un concepto, 'Barcelona desde el aire', y un enfoque: una ruta urbana de altura. Así se presenta el siguiente reportaje fotográfico, 'Barcelona, terrazas de altura'. 

Una muestra visual donde las azoteas de las terrazas de los hoteles emergen como un nuevo atractivo turístico de la capital catalana. Unas instantáneas que permiten conocer a la ciudad de forma diferente tanto para quienes viven en ella y no frecuentan estos establecimientos como para los propios turistas. Miradores de escenarios privilegiados desde donde redescubrir la mirada de Barcelona.
 

27 de mayo de 2012

Viatge de retorn

El viatge es pot encarar de dues maneres. Una línea recta amb un destí definit, o una corba dibuixada amb parades. Una o l’altra, tenen un final, el primer més intencionat, el segon més instintiu. Amb la avantatge de que, els dos tipus, es poden refer.

A “Retorn al país de les ànimes”, l’escriptor i fotògraf Jordi Esteva ens presenta un trajecte que combina un destí final amb diverses pauses. Viatger i coneixedor de les cultures africanes i orientals, ens trasllada al món de l’animisme africà en format audiovisual. El protagonista del documental es mou per fer una ofrena a la tomba d’Addafi, el seu pare espiritual. Al llarg del viatge, recorre els espais lligats amb aquest personatge i descobreix el món dels Komian, els sacerdots ancestrals de la Costa d’Ivori.

Esteva proposa una entrada a l’Àfrica profunda a partir d’una barreja elegant de plans generals i primers plans o detall. Compagina paisatge i rostres o, el que és el mateix, terra i ànimes. Així és com l’espectador penetra a l’univers del bossonisme, la saviesa africana que venera els esperits de l’aigua i dels boscos. El protagonista viatja a través de les ensenyances dels diferents Komians i, nosaltres, viatgem amb ell. Autor, protagonista i espectador es converteixen en el mateix ull, embolcallat amb una càmara experta.

Komian Adjua Eponom. Foto: www.jordiesteva.com 
La obra audiovisual té un tractament cinematogràfic, amb el predomini d’una càmara estàtica i amb una excel·lent composició d’elements dins del pla. S’evita la inestabilitat de la càmara sobre l’espatlla, un recurs molt utilitzat pel gènere i, el moviment, ve donat internament per la dansa dels rituals i per les rodes d’un autobús que ressegueixen una corba amb destí final. En altres moments, la càmara opta pel moviment explícit, afegint-se a la dansa dels Komians. La càmara es converteix en un personatge més. Sap on col·locar-se en tot moment, com si el pla ja hagués estat estudiat a priori. Ella observa, i nosaltres la seguim.

El muntatge alentit dels rituals transforma les iniciacions en formes poètiques on, l’autor i l’espectador, hi prenen part fora del cercle, des d’un ritme respectuós i distant, però també amb veneració. Altres plans detalls on el realitzador s’esmera són els que mostren la diversitat d’insectes del terreny. Aquests, omplen tot el pla amb rapidesa, demostrant que la terra està viva i que del subsòl surten presències ocultes, deixant el rastre simbòlic d’uns esperits que conserven tota la connexió ancestral amb la vida terrenal. Sense oblidar que ens trobem davant d’un retrat documental, s’inclouen fragments de docu-ficció explicats per un personatge que narra mirant a càmara. 

Komian Kanga. Foto: www.jordiesteva.com
Amb el documental “Retorn al país de les ànimes”, s’amplia un treball realitzat dotze anys enrere amb el llibre “Viatge al país de les ànimes”, on l’autor ja iniciava un recorregut en blanc i negre per la cultura ancestral de l’animisme. Ara, Esteva s’esplaia amb color i amb un llenguatge audiovisual que domina amb sensibilitat. Amb ell, enfoca la terra i els humans, els detalls i els rostres.

Esteva ens permet tornar a l’interior d’una saviesa viva. És un viatge de destí i de fases, amb final i retorn constants, el retorn a unes creences tradicionals i a unes ànimes arrelades en forma humana. La obra és un crit a la bellesa d’aquestes formes. Com conclou Esteva a través de les paraules d’Addafi, “mentre resti un sol capoquer dempeus i mentre resti un únic percussionista que recordi el ritme apropiat, els esperits sempre estaran disposats a acudir a la vida”.

26 de mayo de 2012

En tiempos de low cost

Viajar, viajar y viajar. ¿A cualquier destino? ¿A cualquier precio? Paisajes que mudan de apariencia en cuanto viene el fin de semana. Raudo y veloz, el viaje transcurre sin que apenas nos demos cuenta. Una colección de lugares que atienden a una imaginación desbocada, escenario de planes imposibles. O no. El acumulo de maravillas, breves pero intensas, produce una borrachera de sensaciones que termina por anestesiar nuestra capacidad de asombro.

Horizontes recortados por la silueta del tiempo que sin orden aparente serpentean en nuestra memoria, huérfanos de contenido. En este escenario de frenesí, la intensidad se convierte en la unidad de medida a la hora de enfrentarse al viaje aún a riesgo de sufrir un empache en el que poco o nada se saborea. Las prisas envuelven al destino elegido y junto a este, a nosotros mismos.

Viñeta del humorista gráfico Forges. Foto: Google.
En una sociedad en continua aceleración, el 'fast travel' se impone como tendencia generalizada y tentadora. Y es que el turismo, con sus bondades y sus miserias, va marcando un antes y un después. Frente a la cadencia pausada del viaje de antaño, hoy consumimos éste a modo de escapada, un espacio corto de tiempo en el que aprovechamos para hacer algo. O mejor dicho, explotamos cualquier rincón de nuestro reloj para atiborrarnos de experiencias sin dejar sitio a la calma o a la placidez que entraña el propio viaje. La apacibilidad se ve sustituida por una cierta ansiedad ante una lista interminable de cosas que ver y hacer, a sabiendas de que no llegaremos ni a la mitad, pero eso sí, agotados.

Una bandeja de irresistibles precios se 'contonea' entre nosotros continuamente. Cada día, el bombardeo de ofertas acorrala al potencial viajero en una suerte de cerco, un canto de sirenas que resulta difícil rechazar. En este circuito de pasos apresurados, la elección del destino viene predeterminada por su coste, es el precio quien decide por nosotros. Arrastrados por la corriente de unos importes indefectiblemente sugestivos, viajamos a las faldas de lo desconocido con las respuestas, sin apenas dejar hueco a la improvisación. Y frente a este fenómeno uno se siente como en una estación, siempre pasajero. Las huellas se diluyen con la misma rapidez y celeridad dejando paso a la siguiente ocasión. Una ocasión que espera su turno ya impaciente.

En tiempo de low cost, decíamos, los viajes experimentan un proceso de horizontalización, extendiendo sus tentáculos hasta los confines, y democratizando un tipo de experiencia que ya no es privilegio exclusivo de una minoría adinerada sino que se convierte en un bien al servicio y al alcance de todos nosotros. Hacer un buen uso y responsable de ello dependerá en gran medida de nuestra destreza a la hora de saber jugar a este tipo de malabares. Tal vez vaya siendo hora de reflexionar sobre sus virtudes y sus inconvenientes. Quizá haya llegado el momento de invertir el concepto de 'consumidor barato' por el de 'consumidor inteligente', fruto de un público cada vez más experto y exigente. Un cambio de actitud que repercutirá, en gran medida, en el resultado de nuestra escapada.

25 de mayo de 2012

El mito de Troya

Un viaje a Turquía tras la huella de Heinrich Schliemann
Ilustración que recrea la supuesta arquitectura. Fuente: Google.
Palabras que germinan. Así comienza el relato de una vida homérica. Un caso excepcional en los anales de la cultura occidental. Un viaje legendario donde la historia se convirtió en cuento y, el cuento, en mito. Este es el relato de un hombre que, con el único bagaje de las epopeyas del poeta griego Homero, se atrevió a desafiar al mundo científico. Un ejemplo notable y singular de cómo un viaje puede convertir en realidad una leyenda.

Así comienza nuestro particular viaje hacia la Turquía legendaria. Un recorrido que se remonta más de 4.500 años desde hoy y donde alrededor de 27.000 versos dieron forma a las primeras obras de la literatura europea: la Ilíada y la Odisea. Poemas épicos de la antigua Grecia que describen la célebre guerra de Troya, un conflicto originado por la disputa de un importante enclave comercial en el Mar Egeo. 

Mapa de localización. Fuente: Google.

Durante siglos, Troya había sido entendida desde el reino de la fantasía, negándose así su realidad, relegada a un lugar mítico inexistente. Un extenso capítulo que cambiaría por completo en el s. XIX, gracias a la tenacidad de un aventurero y políglota comerciante devenido arqueólogo y su pasión a los textos homéricos. Una obsesión que le llevaría a demostrar el transfondo histórico de estos escritos. El asunto fue como sigue: “En el año 1832, a los diez años, regalé a mi padre, con motivo de la Navidad, una composición sobre los acontecimientos principales de la guerra de Troya y las aventuras de Ulises y Agamenón, sin sospechar aún que treinta y seis años después ofrecería al público todo un tratado sobre el mismo tema, después de haber tenido la dicha de ver con mis propios ojos el teatro de aquella famosa guerra y la patria de los héroes cuyo nombre inmortalizó Homero… Las primeras impresiones que recibe un niño le quedan grabadas para toda la vida”, escribía en el prólogo de su libro sobre Ítaca. A través de un sortilegio literario, su relato depositó una semilla en su conciencia y ésta, por fortuna, acabó germinando.

Sus hallazgos en 1868 revolucionaron todo el panorama científico internacional que asistía, algo incrédulo, a los descubrimientos de un “simple aficionado”. Una afición donde su carácter fantástico y algo novelesco unido a una increíble audacia, le llevaría hasta los confines de un sueño de juventud, a descubrir lo que para él serían algunos parajes de las hazañas homéricas. Y es que además de Troya hoy situada en la colina de Hisarlik, Schliemann también descubrió Micenas, Tirinto y Orcómeno, siempre con el empeño de demostrar que la Ilíada describía escenarios históricos. Yacimientos arqueológicos que convierten nuestro viaje en una visita que reta la imaginación y se aleja de un mero acercamiento donde la experiencia queda expuesta a un simple parque temático. 

El viajero curioso quizá se vea seducido por la polémica y la intriga que rodean a este emplazamiento milenario con misterios aún sin resolver. Interrogantes que navegan entre la discrepancia y que cuestionan desde la misma ubicación hasta la propia historicidad de todo el episodio y la existencia de su portavoz, Homero. Los límites entre la realidad y la fantasía pues, aparecen todavía difuminados a merced de unos descubrimientos que hacen resonar una y otra vez su memoria a través del tiempo. El entusiasmo por el mito de la guerra de Troya continúa. Un dato, sólo se ha excavado un 5% del yacimiento. Por este motivo, cada año el ‘Proyecto Troya’ de la Universidad de Tubinga (Turquía), atraído por la fascinación que despierta el enigma de Troya, dirige sus esfuerzos arqueológicos hacia el objetivo de lograr nuevas respuestas.

Un lugar, sin duda, donde vibrar con la historia que empezó a desvelarse hace poco más de 130 años gracias a un sueño. El sueño de un hombre, Heinrich Schliemann, que a los 46 años decidió probar suerte en el reino de los aqueos. Una leyenda, hasta entonces, enterrada durante miles de años y sacada a la luz de un nuevo día. 

Para saber más...
  • LATACZ, Joachim: Troya y Homero: hacia la resolución de un enigma. Barcelona: Destino, 2003. ISBN 84-233-3487-2.
  • OLESTI VILA, Oriol: Últimas noticias desde Troya. Revísta Clio. Barcelona : Comunicación y Publicaciones, D.L. 2001-. 1579-3532. N. 116 (jun. 2011), p. 16-25
  • Studia Troica: http://www.uni-tuebingen.de/troia/deu/index.html

23 de mayo de 2012

Roraima, 'montaña sabia'


¡Vamos a subir a la cima del Roraima! 
Te envío unas fotos de un amigo que subió y dijo que era espectacular! 

Con estas palabras de un amigo y al ver aquellos paisajes únicos no lo pensé dos veces y decidí conquistar la cima del tepuy Roraima. Así comenzó este viaje que marcó un antes y un después. Mas cliché imposible, pero es la verdad. No fue de un día para otro, no fue un proceso fácil pero cuando miro al pasado entiendo por qué decidí que los viajes deben ser parte de mi vida.

Los tepuyes son formaciones geológicas con millones de años y el Roraima es uno de los más imponentes por su altura y las leyendas indígenas que se cuentan sobre él. Está ubicado en el Estado Bolívar hacia el Sur de Venezuela, específicamente en el Parque Nacional Canaima.

Muy poco conocía sobre este gigante antes de decidir hacer la extenuante excursión de tres días para llegar a la cima, un día para recorrer su superficie y dos días más para regresar, caminando con una mochila de diez kilogramos. Debo reconocer que si hubiera sabido lo que me esperaba, no habría ido. Así que, la ignorancia en este caso actuó a mi favor, aunque lo descubrí después de mucho tiempo.

Fueron 14 horas de viaje en carretera el primer día hasta Puerto Ordaz y el segundo día serían ocho horas hasta Santa Elena de Uairén, ciudad fronteriza con Brasil desde la cual llegué a Paraitepuy de Roraima, aquí se acaba la comodidad de moverse sobre cuatro ruedas y comienza la caminata. Un sol resplandeciente, una energía desbordada y una pesada mochila que despertó la ira en los días venideros marcaron el comienzo de esta agridulce experiencia.

Este recorrido de seis días para una adicta al sedentarismo como yo, ha sido la mayor prueba de resistencia física y mental que me ha tocado vivir. Cada paso en este viaje me dio lecciones de vida como bofetadas, una tras otra, cada vez de mayor intensidad. Pensamientos y actitudes que pocas veces se convirtieron en aliados y muchas otras en enemigos.

Sentí la soledad de la Gran Sabana a mi alrededor, iba dejando atrás una vista repleta de verdes que me deleitaban cuando se unían al azul del horizonte. Frente a mí, observaba a cada paso el Roraima "Gran verde-azulado" en lengua pemón, sus formas que se hacían más nítidas y retadoras, ésta era la inyección de adrenalina que me mantenía en pie porque todo el cansancio pierde sentido cuando lo único que se quiere es llegar a la cima.



Primer día de caminata a la cima del tepuy Roraima.


Y contra todos los obstáculos logré mi cometido. Sorteando ríos crecidos, noches sin dormir, "La Cresta", elevación llamada así porque asemeja una cresta de gallo, el "Paso de las Lágrimas", caída de agua que por su nombre es fácil deducir lo que te inspira cuando lo cruzas. Después de todo sentí la protección de aquellas formaciones rocosas tan ceremoniales y majestuosas conocidas como "Los Guardianes"que me dieron la bienvenida a la anhelada cima.
Cuando vi esas enormes piedras de color negro, unas con forma de "Maverick", una locomotora, un mono comiendo helado y todos los símiles que la imaginación puede crear, sabía que lo que iba a ver durante mi estancia en la cima del Roraima sería un paisaje irrepetible.

Vista en la cima del Roraima
Solamente allí en un lugar tan aislado, formado hace miles de millones de años, se puede admirar el "Valle de los Cristales" (cuarzo puro), los "jacuzzis", "La Fosa", los sapitos miniatura de color negro que se mimetizan con las rocas, las elegantes bromelias, vegetación que inunda el paisaje, la arena de color rosa y la vista privilegiada de la Gran Sabana desde 2.800 metros de altura.

El trayecto más largo en la cima duró 10 horas caminando sobre esta superficie rocosa, irregular y resbaladiza, cada pisada me dolía, me paralizaba antes de cada salto entre dos rocas separadas por un abismo, otra vez me cuestionaba por qué había decidido torturarme. Cuando mis fuerzas desvanecían, llegó el momento estelar del viaje,  apareció entre la neblina el "Punto Triple", el hito que demarca la frontera entre Brasil, Guyana y Venezuela. La adrenalina me hizo saltar como cabra entre las rocas y sentir cómo la energía ahuyentaba las nubes y relucía la  majestuosidad de la Naturaleza.

Llegada al 'Punto Triple'.

Esto es Roraima. Dar todo de ti, superar miedos absurdos. Afrontar tus fortalezas y debilidades en cuerpo y mente. Vivir al límite. Seis días cargados de una energía que te protege y te desborda. Seis días incomparables. Han pasado tres años y sigo aprendiendo de este viaje.

22 de mayo de 2012

El género Maruja Torres

'¿Qué necesita un periodista para viajar?', se pregunta Maruja Torres. 'Necesita documentación y mucho ojo. No necesita prejuicios, ideas preconcebidas', matiza.

En una conversación que parece avanzar sola, asistimos a una tarde de letras protagonizada por la periodista, reportera y escritora Maruja Torres (Barcelona, 1943). Con una personalidad fuerte e intensa repasamos su vida y sus andanzas. Una reportera todoterreno que ha cultivado todas las facetas del periodismo, desde su trabajo como corresponsal de guerra en el Líbano, Panamá e Israel hasta las entrevistas. Actualmente es columnista de El País, además de continuar una exitosa carrera como novelista que le ha llevado a acumular diversos premios de reconocido prestigios como el premio Planeta (2000) o el premio Nadal (2009).

Maruja Torres en la UAB. Foto: Arlene Orduña

Situados frente a unas palabras de identidad arrolladora, pronto estrechamos la complicidad de un sarcasmo que asiste sincopado el discurso en clave de consejos que nos brinda la inconfundible Maruja Torres. 'El periodista si tiene estrella, mucho mejor. El método consiste en tener tiempo, coger el cabo de un ovillo e ir tirando. Es tan fácil y difícil como eso, hay que saber acertar con el hilo', comenta mientras prosigue con unas recomendaciones no sin antes advertirnos la importancia de tomar notas de todo.

'Un periodista cuando está de viaje nunca deja de ser reportero. Todo nutre al reportaje. Si queremos seducir desde el primer momento, la atmósfera que recreemos es vital', apunta mientras tomamos buena nota de ello. No en vano, prestamos oídos a una experiencia que ya de adulta recupera el sueño infantil de ser novelista y acaba creando su propio género: 'el género Maruja'. Un estilo distintivo que ha cultivado hasta nuestros días en un viaje periodístico-literario que le ha llevado a salir de su Barcelona natal para vivir largas temporadas en Beirut, su otro escenario, además de su estima hacia América Latina y, en concreto, Chile.

'Sales poco en Barcelona', le suelen decir a Maruja. 'Porque cuando salgo es para irme del país', contesta con esta atinada respuesta. ¿Y cuál de las dos Marujas se lleva en la maleta? ¿La periodista o la escritora? 'Ambas', responde con decisión esta lectora empedernida. Pues necesitaremos la capacidad de observación, así como la audacia y la resistencia que caracteriza al oficio del periodismo.

La guinda de este encuentro delicioso y atemperado queda completado con toda una declaración de principios de nuestra invitada Maruja Torres: 'La información tiene que difundirse, escribimos para que nos lean. El lector es nuestro único poder'. 

21 de mayo de 2012

¡Ay Carmela!


Encuentro con Carlos Saura

Foto: Internet
Cartel de la película ¡Ay Carmela!



¡Ay Carmela!

Leía en la cartelera de la Filmoteca de Cataluña, era la siguiente función de un domingo, había tiempo para que la selección del asiento fuera selección, justo en el centro, más arriba de la mitad de la sala, no cerca de la salidas de emergencia, al centro y arriba.

Para la sorpresa de muchos asistentes, la Filmoteca había invitado al director de la película a la exhibición, Carlos Saura, quien se encontraba en la sala y fue presentado, y aplaudido. Se paró para dar las gracias y expresar que él no ve sus películas, tenía años sin recordar a Carmela, esperaba no sentir hacer el ridículo porque no sabía qué iba a ver realmente, pero agradecía estar viviendo ese momento.

Al finalizar la película, el sonido de los aplausos saturó la sala, Carlos Saura, parado en el centro, debajo de la pantalla apagada, blanca; el cineasta, con su cámara colgándole del cuello, como turista, portaba unos jeans, una camiseta tipo polo y una chamarra delgada, un poco despeinadas sus canas; pero denotaba sin duda una personalidad sencilla, inquieta, se movía de un lado para otro, y habló sin limitarse, lo hizo con confianza, de manera amena.



Foto: Internet
Los actores principales del largometraje, durante el rodaje.


Carlos Saura y ¡Ay Carmela¡ se conocieron en el teatro, aún cuando a decir del director, va poco a las salas de este género; pero un buen día fue, y resultó salir fascinado, y enamorado de la pareja de comediantes, y del guión, ese mismo guión que lo llevo a trabajar en la adaptación con Rafael Alcona, con quien ya había colaborado en la película de la Prima Angélica (1973); de quien se refirió con cariño, respeto y admiración.

La obra de teatro fue el inicio de un largometraje clave en la historia de Saura, con un guión bajo un contexto social sensible y en proceso de restablecimiento, y de reconstrucción de un país.

Durante la Guerra Civil Española, Carlos tenía cuatro años de edad, hoy tiene ochenta; recuerda detalles, sensaciones, sonidos, imágenes, mucho de lo que hoy es su cine, algunas escenas… lo dice, lo platicó, las vivió personalmente, marcándolo como ser humano, como creador de cine; entre lo que recuerda, están años de penurias, de muertos, de llantos, del dolor de una guerra.



Foto: Internet
Durante la Guerra Civil Española, en Madrid, mostrando el hambre y carencia, a la que el director de cine, hace referencia en la película. Una guerra que dejó al menos 200,000 víctimas mortales.


¡Ay Carmela¡ tiene esos recuerdos, transmite ese dolor, muestra momentos inhumanos de maltrato, humillación, elitismo y discriminación, desde una mirada hasta un balazo, de lo que fueron las  dificultades para vivir y lo fácil que era morir, una película personal de quien vio de cerca sangre ajena, de conocidos y desconocidos, escuchó explosiones, atestiguó divisiones familiares, amigos enemistados, venganzas y odios acumulados que fueron más allá que el número de muertos.

A decir del director, esta cinta fue la primera oportunidad de hacer una película dentro de la guerra española, en el tono de tragicomedia que, dice, no hubiera pensado que abordaría ante una temática como la guerra civil, pero fue precisamente el ser un hecho tan delineado y fresco para él, que le pareció la mejor forma de expresar, con otro estilo, una historia de España, de esa guerra a la que acusó de partir a su país y de la cual, no quería que nadie se olvidara para evitar reproducirla.


Foto: Internet
Los actores durante el rodaje de ¡Ay Carmela! película creada y producida por Andrés Vicente Gómez.


¿La censura? Responde. La censura la sufrió Carmela, incluso en su momento, estuvieron interesados varios estudios cinematográficos de Estados Unidos, pero querían eliminará la última toma, el balazo, pero no se eliminó y no se vendió. “El jardín de las delicias” (1970) durante un año estuvo prohibida, a “Los golfos” (1959), le cortaron quince minutos, “La caza” (1965) se llamaría originalmente “La caza del conejo”.  Sí hay censura, decía.

De pronto, la decisión de haber ido a ver una película, se convirtió en un encuentro de frente con el director, platicándome su historia dentro de la guerra civil, de su juventud, sus sueños universitarios convertidos en una realidad que se muestran como una manifestación; platicando como su cine, son sus marcas,  buenas y malas escenas que no se han ido y que por el contrario, se repiten como escenas, ya no de la realidad, sino del cine, un cine que hoy representa esa realidad. 




 Texto publicado en: http://zonalider.com/columnas/ay-carmela-una-historia-la-guerra-civil-espanola

@ArleneBayliss
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A las puertas de la alteridad

El viaje, a menudo, proporciona un tapiz de infinitos reflejos. Mudos como imágenes, el centelleo de sus destellos despide una ráfaga de luz intensa, momentánea y oscilante. Un resplandor que puntea la línea del horizonte y nos empuja a seguir descubriendo.

Seducidos por todo cuanto nos rodea, pronto nos vemos sumergidos en la bienintencionada inclinación de comprensión y entendimiento hacia otras personas o culturas. O eso creemos. Pues esa capacidad de ser otro que define al concepto filosófico de la alteridad, supone algo más que esa espontánea empatía que parece estrecharnos en cuanto ponemos pie en territorio ignoto. Respeto, reconocimiento y generosidad resultan necesarios cuando emprendemos la maquinaria de la alteridad. Y es que la reflexión metafísica del término exige la laboriosa observación detenida, aquella que trabaja en la dirección de la igualdad en la diversidad.

En este marco de contacto cultural que proporciona el viaje, las impresiones devienen en un fenómeno que, como el tiempo, resulta más elástico, más subjetivo y abierto. Con la ligera sombra de la diferencia planeando en la experiencia de lo extraño, conviene reconsiderar que la alteridad no es sinónimo de una simple diferenciación. La valoración de los otros supone el aplazamiento del nosotros. Es la manera de poder aprehender al otro como otro propiamente, tan remoto en pensamiento y costumbres.

Foto: Focus Pictures
La atención que merece dicha práctica asaltó mi pensamiento mientras, con excitación inocente y cierta sorpresa, veía un documental de la BBC, 'Novias robadas', sobre la situación de centenares de mujeres jóvenes en Chechenia, víctimas de los denominados 'matrimonios por secuestro'. Con un seguimiento a tiempo real de varios casos, el espectador se zambulle en esta 'costumbre' específicamente chechena entre el desconcierto, la estupefacción y la extrañeza. Un sentimiento que comparte la reportera, que no duda en manifestar su opinión a los entrevistados. Y es aquí, en este punto, cuando una de las mujeres le contesta que para lo que ella considera un hábito salvaje, para ellos es algo normal e indispensable para preservar la tradición de un pueblo con una historia sin fin, que se rebela contra años de discriminación nacional y hegemonía rusa. ¿Tradición o delito?

La dificultad de comprensión alcanza aquí cotas considerables, donde los límites de la razón y lo sensato se cuestionan con una complejidad que complica 'la capacidad de ser otro' y nos sitúa a las puertas de la alteridad.

El viaje de Jane Goodall

Es una tarde de notas intensas, de esas que impregnan la esencia de una atmósfera que evoca la valentía, la tenacidad y el espíritu aventurero de su protagonista, la primatóloga Jane Goodall. Digna heredera de sus antepasadas las exploradoras del siglo XIX, esta mujer de calidad humana impresionable sorprende por la vivacidad de una mirada que despierta la expectación de todo aquel que la rodea. De silueta grácil y rostro inmutable a la ilusión y a la determinación de quienes se aferran a los sueños hasta conseguirlos, Jane desprende una energía capaz de conmover y algo más con unas palabras cuidadosamente escogidas y tremendamente inspiradoras.

En un intento por aprehender un discurso de una sensibilidad que casi puede asirse, tomo notas no sin torpeza ante la emoción y el entusiasmo que comporta conocer a una persona de semejante naturaleza y excelencia. Con un público enmudecido y apasionado ante su presencia, las texturas emocionales se van apoderando poco a poco de la sala de actos del edificio del Rectorado de la Universidad Autónoma de Barcelona, hasta respirar unas bocanadas que enriquecen el ánimo de los allí presentes. No en vano, nos encontramos ante una vida entregada a preservar la naturaleza, la vida de una mujer que cambió la forma de pensar sobre nuestros parientes más próximos, los chimpancés. Una vida comprometida que le llevaría a vivir durante décadas en su continente soñado, África.

Jane Goodall. Fuente: Danuta-Assia Othman

Y a propósito de sueños y quimeras recupero entonces una atinada cita del periodista y novelista francés León Daudet: 'Solo es capaz de realizar los sueños el que, cuando llega la hora, sabe estar despierto'. Esto mismo debió sucederle a Jane cuando en 1957 llegaba a Kenia. Un lugar donde conocería al paleontólogo Louis Leakey, quien precisamente buscaba un asistente para realizar un estudio de campo con los chimpancés de Gombe, a orillas del lago Tanganika. El camino, sin embargo, no ha sido fácil. Amenazada por las enfermedades, los temidos cazadores furtivos y la propia soledad, esta primatóloga, naturalista y activista no ha cejado, empero, en su empeño. Una persona excepcional a la que han llegado a comparar con Mahatma Gandhi.

Con una energía que supera exponencialmente a su edad, Jane nos transmite un mensaje de optimismo que titula 'Razones para la esperanza'. Una profunda reflexión de comprensión clara y sencilla que invoca al poder que tenemos cada uno para transformar aquellas cosas que nos preocupan. Palabras que extienden el discurso que, desde 1977 con la creación del Instituto Jane Goodall, promueve el rol activo de las comunidades en la conservación de su medio ambiente. Y es que, África, le cambiaría la vida para siempre. Una activa labor sin ánimo de lucro que sigue desempeñando en el nombre de la biodiversidad.

La complicidad del ocaso acompaña el final de este especial encuentro no sin antes lanzar un dardo a la diana del llamado turismo responsable, al que reclama la obligación de mejorar las vidas de la gente local, dejando que sean ellos quienes construyan el orgullo de sus recursos naturales. La crónica de este memorable acto llega a su fin dejando paso al reposo merecido de los grandes acontecimientos, desde donde digerir el profundo y enriquecedor impacto que me causó conocerla.

20 de mayo de 2012

Heurística de la comunicación de viajes

Con las mangas de la camisa remangadas, el equipo Kompaso se enfrenta al zigzagueante camino de la retórica y el arte de contar historias de viajes. 

Para ello, contamos con Lluís Pastor, profesor de comunicación y doctor en Periodismo por la Universidad Ramón Llull. Recorremos junto a él los recursos y las herramientas que protagonizan el proceso creativo de la comunicación de viajes.

Lluís Pastor. Foto: Google.
Encomendados a la ardua tarea de la persuasión narrativa, escuchamos con atención los consejos que este cicerone de la retórica nos ilustra con la intensidad de quien desempeña la heurística de la comunicación. Unas recomendaciones que viajan hasta la génesis del proceso de escritura, aquel que traspasa la voluntad unidireccional de expresar para alcanzar así la intención de comunicar. En este sentido, será el lector quien determine nuestro estilo narrativo. Aparece en este punto el modelo ODA. Un modelo cuyos componentes, el orador, el discurso y el auditorio, interactúan entre sí con resultados diferentes de acuerdo a la efectividad del elemento partícipe. 

La dificultad de la comunicación, nos revela Pastor, estriba en la falta de un público presente en el desarrollo del contenido del orador. Esta comunicación se presenta, además, diferida, distanciada y controlada. Considerados los obstáculos y dispuestos a abordar el paradigma del entretenimiento, reflexionamos acerca de los principios de la atracción. Contraste, identificación, repetición, descubrimiento, sorpresa y claridad, no deben faltar si queremos aumentar las posibilidades de que nuestro público nos lea. Pues, como bien apunta Pastor, 'escribir no es sólo redactar'. A la redacción, decían los sofistas, le preceden dos fases que nos ayudarán a concluir con éxito nuestro objetivo: la invención y la ordenación de las ideas generadas. 

Unos instrumentos que deberemos completar con la debida atención al titular, elemento trascendental que deberá condensar toda la información; así como el párrafo, la bisagra entre el mundo de las ideas y de las palabras. 'Nunca hay una segunda oportunidad para dar una primera impresión', afirma Lluís en relación a la importancia del primer y último párrafo. Son los momentos de contacto máximo con el lector.

Finalizada la estructura del contenido, nos detenemos en los patrones cognitivos que subyacen como arquetipos del inconsciente y que refieren tanto a los personajes como a los patrones de la trama. Entender a las narraciones y a sus protagonistas desde el esqueleto de los grandes relatos nos permitirá orientar la comprensión y provocar emociones. La comunicación inconsciente, por tanto, es clave. Y es que la escritura, matiza Lluís, no tiene reglas, sino el riesgo que asumes en el uso de estas reglas. 

19 de mayo de 2012

El Zurich, la retina de Barcelona

Siempre pendiente del ir y venir de la gente. Lugar de encuentros y despedidas. De llantos y de alegría. 

Corría el año 1862. Desde el comienzo siempre fue refugio de viajeros. Nació siendo catalana, La Catalana, así la llamaron. Entonces comenzaba a abrir los ojos, suavemente cegados por el humo de la incertidumbre de la estación del ferrocarril y de la gente de paso.

En su infancia no mucho podía ofrecer. Sólo un puñado de bebidas bajo un pequeño kiosco para esa gente que se detenía antes de que saliera el tren.

Pasó el tiempo. Con los primeros ramalazos de una adolescencia prematura, se convirtió en una chocolatería. Rezumada con este nuevo encanto, comenzó a atraer a nuevos y más selectos clientes. Así fue que surgió el primer amor que marcaría su vida. Un viajero llamado Serra, catalán, que volvía de muchos años de trabajo en Suiza, se encandiló de esta catalana chocolatera y la llamó Zurich para sentirla aún más suya.

Pero nunca el primer amor es el definitivo. Otro catalán llamado Andreu Valldeperas luchó fuertemente por ella y en 1920 la conquistó. La chocolatería Zurich a partir de entonces y hasta nuestros días sería fiel a esta familia. 

Fue el hijo de Andreu quien cambió de género a esta antigua cantina de paso. La transformó en cervecería, en un bar. El Zurich.

Aunque con nombre suizo, este nuevo pero antiguo establecimiento catalán, vio crecer a otro importante punto neurálgico de la ciudad. Allá por el 1925, la plaza de Cataluña empezó a adquirir forma. Puede pensarse que fue ésta la que se construía en torno al Zurich, y la familia Valldeperas supo verlo y adaptarse. Consolidaron el que sería el símbolo del bar, pusieron mesas y sillas en la calle. Le ofrecieron a Barcelona una terraza donde pararse a mirar la vida de la capital.

El Zurich siempre estuvo ligado a su ciudad. Siempre adaptado a los cambios y acontecimientos que en Barcelona se desarrollaban. Fue centro de rebelión. En la Guerra Civil se convirtió en trinchera. Allí se hacían fuertes los miembros del PSUC en un fuego cruzado contra los anarquistas situados en el edificio de Telefónica y allí hubo tiros entre republicanos y franquistas poco después.

Foto: Asier Suescun


Punto de encuentro

Pero el Zurich siempre fue mucho más que un bar. Mucho más que un sitio donde pararse a tomar algo. Mucho más que un lugar donde refrescarse. Y mucho más que un sitio donde descansar.

Situado en el centro de la ciudad, junto a Las Ramblas y de camino hacia el mar, el Zurich se convirtió en un enclave mágico para todo ciudadano y para miles de viajeros. Por sus mesas y sus aceras pasa todos los días Barcelona, su vida y sus millones de historias.

Allí se detienen los universitarios, allí toman algo los periodistas antes de ir a trabajar. Los amigos cuando van a salir de fiesta se encuentran en el Zurich y, de un tiempo a esta parte, miles de extranjeros, sentados en la terraza, ven cada día a toda esta gente pasar.

Son historias de paso, apoyadas por esa boca de metro construida a las puertas del bar. Decenas de personas cada minuto, cientos a cada hora y miles al cabo del día. Todas ellas esperando esos abrazos, mirando de aquí para allá. Alternando la vista del móvil a la gente que les puede esperar.

Foto: Asier Suescun


Muchas historias esporádicas que se ven paralizadas cada vez que algo sucede en la plaza.

Esteban Cortés, brasileño y desde hace 20 años encargado del local, nos cuenta que El Zurich y Barcelona nunca serán ajenos el uno con el otro. Cada episodio que vive la ciudad se ve reflejado en la actividad del bar.

Cada Diada Nacional, cada triunfo del Barça, celebrado en la cercana Fuente Canaletas, y cada Huelga General hacen que la multitud congregada en La Plaza Cataluña haga peligrar la terraza y muchas veces tienen que cerrar.

El Zurich es lo primero que conoces cuando llegas a Barcelona, el primer sitio donde te citan para quedar. Nunca nadie lo verá con los mismos ojos que ves un museo y probablemente nadie pregunte por la historia de ese bar. Quizá aquella antigua cantina que creció viendo pasar trenes y gente subir y bajar, esté acostumbrada a que todo el mundo pase por su calle y nadie eche la vista atrás.

Allí quedará siempre la antigua chocolatería La Catalana, guardando cada historia de la gente y siempre de frente a la ciudad. Si algún día alguien por allí se detiene y se pone a observar podrá sentir un guiño de historia, presente y eternidad.

18 de mayo de 2012

Antes, durante y después del viaje

Este podría ser el título que diera comienzo a una serie de consejos de carácter preventivo para el viajero. Una información sin duda a considerar y en ocasiones de gran utilidad. Lejos de datos que apelan al pragmatismo, esta es una invitación al significado del viaje, a aquello que acontece en la mismísima génesis de la idea y nos acompaña hasta el siguiente rumbo. Una sensación que adopta tantas formas como rostros existen. Un síndrome que, a riesgo de divisarlo, resulta difícil desprenderse de él.

Ya lo decía el literato Noel Clarasó: 'Lo mejor de los viajes es lo de antes y lo de después'. Desde el reino de la ilusión y la expectativa, de todo lo que podría ser incluso antes de que pongamos pie, hasta el retorno, momento donde la recreación cobra protagonismo y eleva el viaje hasta su idealización. Sea como fuere, lo que está claro es que con cada viaje se produce un cambio de vibración donde el hallazgo (a todos los niveles) es inconmensurable. No importa cuántas veces hayas viajado ni cuántos horizontes hayas avistado. Este poderoso reclamo sorprende como un espejismo hasta dejarnos frente a frente con la alteridad.

El efecto que produce no entiende de fechas ni caduca con el retorno sino que se extiende en un variado repertorio a merced de su disfrute. Un ejercicio al servicio de la construcción de nuevos significados. Y, como resultado, la riqueza de una recompensa que se presenta al viajero llena de matices y anécdotas. Degustarlo como es debido requiere la puesta en escena de los cinco sentidos, solo así alcanzaremos ese valor añadido.

Foto: Danuta-Assia Othman
Conviene señalar que la poética del viaje no acecha a todos por igual y se expande en el camino a modo de fórmula sustancial. Momento en el cual la cuestión del viaje adquiere un carácter especial y diferente. Los tempos, hemos dicho, escapan a cualquier calendario por lo que su perdurabilidad dependerá en gran medida de nuestro apetito viajero. A pesar de las mutaciones que han acompañado al viaje a lo largo de los tiempos, la inquietud del mismo ha estado constantemente presente. Una condición que aúna hasta la más grande de las diferencias y que habla un lenguaje universal. Algunos dirán que no se puede explicar con palabras, otros simplemente asentirán al verse reconocidos por esta sensación absolutamente embriagadora. Si eres uno de ellos, sabrás del privilegio de formar parte de esa curiositas definida por Odiseo.

En esta danza por vivir la novedad, conocer lo desconocido e impresionarse por todo lo que rodea, corresponde a sus afortunados guardarla a buen recaudo. Solo así lograremos asegurarnos la continuidad de esa impresión o sentimiento que nos empuja a movernos. ¡Buen viaje!

16 de mayo de 2012

En las entrañas del periodismo de viajes

'Viajar es descubrir que todo el mundo se equivoca {...} Cuando uno viaja las convicciones caen con tanta facilidad como las gafas, solo que es más difícil volver a ponerlas en su sitio'.

Mariano Belenguer. Fuente: periodismodeviajes.org
Una cita de Aldous Huxley con la que Mariano Belenguer, periodista y profesor de la Universidad de Sevilla, comienza el tercer capítulo de su tesina convertida en libro, dedicado al periodismo especializado en viajes. Un capítulo que por unos días abandona las páginas que lo habitan, para convertirse en la trama y la urdimbre de las dos clases que el equipo Kompaso tuvo la fortuna y el provecho de asistir, con motivo del Máster en Periodismo de Viajes.

14 de mayo de 2012

Viajes al pasado

Historias que abren nuevos horizontes. Memorables aventuras de la historia con las que adentrarse en la génesis del relato de viajes que, desde tiempos pretéritos, no ha dejado de evolucionar.

Una suerte de oasis detenido en el tiempo, aquel que se ocupa de preservar una herencia repleta de narraciones misteriosas, tan presentes entre quienes pueblan los mundos naturales antiguos. Y es que todo en David Rull, egiptólogo y profesor, suena a viaje, a descubrimiento y a contemplación. Elementos que rotulan el paisaje que, con gran capacidad evocadora, nos muestra este obstinado viajero. Una firma que suele pasearse con pausa y tino por el Máster en Periodismo de Viajes. Pues como bien inferimos, en cada viaje siempre hay una historia que rastrear y en la trastienda de cualquier historia, un viaje que merece la pena emprender.

Refugiados en el recuerdo de los días pasados, nos sumergimos en ensoñaciones de viajero nostálgico, en literaturas aventureras. Apartados de la urgencia del mundo, la inquietud crece entre nosotros y afinamos nuestros sentidos. Experiencias enmarcadas en el devenir del tiempo donde la imaginación aparece imprescindible para desenvolverse por estos territorios, en los que, a menudo, tan solo una delgadísima línea separa la leyenda y el mito. En este viaje de rodaje e investigación asistimos al ánimo y al espíritu emprendedor de las grandes gestas, a los momentos primigenios de la narración del viaje. Unos textos que presentan mucho carácter y mucha historia. 

Junto a esa mirada del primer espectador hacia un mundo por descubrir, ponemos rumbo a 'Los nueve libros de la Historia' del destacado historiador clásico Heródoto, y en concreto, a su Libro II denominado 'Euterpe'. Una obra dedicada en su totalidad a Egipto, desde la geografía, la etnografía y la historia del país. 

Mapa de acuerdo al pensamiento de Heródoto. Fuente: Google.
Sintiendo la presencia de alguien a quien no se ve y que, sin embargo está presente en nuestra concepción del viaje, descubrimos que éste es un fenómeno transcultural, horizontal pues abarca a todo tipo de culturas. Desde sus inicios en busca de los límites culturales, los otros, hasta la dicotomía entre interior, lo civilizado, y lo exterior. Observamos, además, la relación que se establece entre literatura, viaje e individuo pues es en este preciso momento cuando se produce su nacimiento, hito fundamental en la narración del viaje posterior. Otro aspecto trascendental que deducimos de sus páginas y que dará lugar a una red de comunicación es una incipiente democratización de la escritura, abandonando así la información codificada que le había caracterizado. 

En este viajar a la griega junto a Heródoto, sin olvidar a su predecesor Homero, su ciega fuerza esculpe narraciones que se muestran decisivas y vigentes en nuestro raciocinio sobre el viaje. Una lección al pasado indispensable para comprender que la realidad que compartimos emerge como una prologanción de aquel.

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