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18 de julio de 2012

Explicar lo inexplicable


Me pregunto en qué momento el embrión se convierte en capacidad de narración. En un viaje algo hace que la palabra cobre color. Los tonos se definen a medida que uno avanza en kilómetros, los pigmentos se agrupan en una textura personalizada, preparada para aflorar de una garganta aprendiz, o de una mano entrenada al círculo continuo.

Si algo he aprendido estos primeros días de julio en los Alpes franceses ha sido dar valor exacto a la palabra. Recorrer a ella con un propósito justo. Devolverle su calidad de magia. La palabra es poderosa, como lo son las circunstancias que te hacen acudir a ella. Y si no se puede encontrar ese tono consagrado, es mejor rendirse al descanso del silencio, un espacio idóneo para cocer nuevas expresiones y quemar nudos antiguos.

Bosque Le Martinet. Foto: Carmina Balaguer
El comienzo

Más allá de la ciudad de Grenoble, un pictórico pueblo llamado Saint Michel les Portes lleva hacia un recodo de montaña que desliza hasta un valle hondo en medio de los Alpes. La entrada es cálida, la encuadra un cartel con el nombre de ‘Le Martinet’. Allí espera todo el equipo de la escuela Amrit Nam Sarovar, especializada en formación de profesores de Kundalini Yoga. Los asistentes suman 188 personas de diversas procedencias europeas; escuela alemana, francesa, inglesa y española. Cada asistente clava fuerte su tienda durante las primeras horas, aposentando una identidad que en pocos días se verá más que alterada.


El reto

Trekking Le Martinet. Foto: Cumie Dunio
Después de nueve meses de kriyas y cuarentenas físicas, llega el final de una Formación con la que, muchos, ya se podrán sentir Instructores de Kundalini. Es el fin de un entrenamiento, y el inicio de una nueva forma de entender el mundo. Al menos, de observarlo y de filtrarlo. Diez días organizados correlativos a las ofertas del paisaje. Una invitación al silencio, al ayuno y a la actividad física. Un campamento enfocado a trabajar el cuerpo y la mente en su gusto más guerrero. Una combinación de Kundalini Yoga con rituales propios del chamanismo, ambas técnicas planteadas para confrontar los límites más enquistados.


El cenit

Atravesar cada meditación. Llegar a la cúspide de cada ejercicio y de cada árbol. Carear el ego y abandonar la lucha. La cáscara se deshace, también las palabras con las que se ha construido. Una epidermis que muta a medida que las vocales y las consonantes chocan entre ellas y se funden en el barro. Los tonos se distorsionan, la voz se minimiza y el sentido de la letra pierde carácter. Algo ha pasado, inexplicable, algo ha roto el discurso aprendido hace tantos años. Y de todo esto, ¿qué se puede relatar? Nada. Ningún término puede dar valor a una experiencia iniciática.

Se dice que la palabra se emplea para construir. Ella eleva y con ella se crea. Sin ella, nace el silencio y es en éste donde el ser puede recordar. Me quedo con ambos, con la palabra y sin ella, en el primer caso para aprender a hablar de nuevo, en el segundo, para evocar lo inexplicable. 

4 de junio de 2012

Viaje en diagonal

Madrid se puede disfrutar de muchas formas. Hoy se recorre en diagonal. La capital acoge el Tantra Yoga Blanco en su edición española. Centenares de participantes se reúnen en el Hotel Meliá Barajas, situado en la periferia, para practicar un taller de tradición milenaria que ve sus raíces en el Kundalini Yoga.

El taller empieza a las 8:00 de la mañana. Muchos de los participantes ya hace horas que están despiertos, pues vienen de realizar su sadhana, práctica meditativa matinal. La gente se dispone en parejas a lo largo de la sala formando varias líneas contiguas. A algunos les acompaña su pareja, un amigo o un compañero. Otros llegan solos y esperan encontrar un hueco en el suelo para poder sentarse frente a alguien. El facilitador, la persona que dirige la sesión, marca en qué línea deben sentarse los hombres y en cuál otra las mujeres. En el caso de tener una pareja del mismo sexo, habrá que escoger qué energía quiere trabajar cada uno para colocarse en la línea correcta. Si se tiene en cuenta el concepto que Kundalini Yoga da al ser humano, donde éste integra tanto energía masculina como femenina, no será un inconveniente el puesto a ocupar.

Para los principiantes, se realiza una sesión introductoria con anterioridad para captar la esencia del Kundalini. Éste, se diferencia de otros tipos de yoga por trabajar la conciencia. El método llegó a Occidente el año 1978 de la mano de Yogi Bhajan. Originario de la India, Bhajan se convirtió en un maestro a la edad de dieciséis años. Fue el último en la línea de transmisión de unas enseñanzas que siempre se consideraron una práctica clandestina y peligrosa, por su enorme potencial transformador. En el año 1971 se le otorgó el Mahan Tántrico, lo que le dio el nombre para poder facilitar estos talleres de Tantra Yoga Blanco, que no deben confundirse con el rojo o el negro, de intenciones muy diferentes. Después de su fallecimiento, se siguen realizando los talleres a través de sus videos y facilitadores a los que él mismo formó. Es el caso del Tantra Yoga Blanco de este año, organizado por la AEKY, Asociación Española deKundalini Yoga.

Tantra Yoga Blanco Madrid 2012. Foto: alicantekundaliniyoga.blogspot.com
Sentados ya todos los participantes en postura fácil, postura básica de meditación, el Tantra Yoga Blanco da su comienzo cantando un mantra en conjunto. Más de doscientas voces abren un paréntesis de meditaciones en pareja que durará toda la jornada. El unísono colectivo es la puerta de entrada a un viaje interior y de confrontación constante. Los asistentes están prevenidos de sumergirse en meditaciones desde 31 minutos hasta 62 minutos, según marca esta práctica, con el único respaldo de la pareja, a la que, en algunos casos deberán fijar su mirada. Ojo contra ojo, mirada con mirada, mano contra mano, la figura de la pareja es un símbolo para que cada asistente pueda reflejarse en el otro y trabajar más a fondo su subconsciente. El objetivo del Tantra, pues, es romper con los pensamientos que cargan la mente y que la estancan en negatividad. Se trata de un taller enfocado a la liberación y limpieza de cuerpo, mente y alma. El trabajo es sutil pero profundo.

El blanco de la sala acompaña este sentimiento purificador. Todos los participantes han recibido indicaciones de acercarse al taller con ropa blanca y holgada, ya que, según la tradición, este color combina todos los otros colores y refuerza el campo magnético de la áurea. Asimismo, la cabeza debe estar cubierta con un pañuelo igualmente blanco, para proteger el séptimo chacra, uno de los centros energéticos del cuerpo, en este caso situado en la coronilla. Las horas de meditación desbloquean los pensamientos y deseos atascados en la mente, por lo que éste último chacra, el que conecta con la fuente de energía del Yoga, está más sensible.

La energía de los participantes recorre la sala en forma de diagonal. La tradición habla de ella como una tela tejida que, al estirarse en diagonal, se endurece. Es lo mismo con la energía del Tantra Yoga Blanco. La distribución de los participantes en líneas y parejas favorece que la energía viaje en diagonal y fortalezca a los asistentes, cortando bloqueos atascados en el subconsciente. Se dice que en este viaje en forma de “Z”, Yogi Bhajan conecta su cuerpo sutil con el de todos los participantes.

Cierto es que Yogi Bhajan fue un viajero arriesgado, abriendo unas técnicas sagradas a Occidente. Le siguen todos los asistentes al taller, aventureros en un viaje sesgado y lleno de retos. Finaliza la jornada y muchos de ellos culminan el viaje bailando al ritmo de rumba, una técnica agradable para volver a lo que dirían “el mundo real”. Sin saberlo, muchos de sus movimientos, al bailar, recuerdan la forma oblicua.