
Foto: Internet
Son
casi cuatro años los que han pasado desde que dejé Tijuana, mi casa, mis
amigos, mi familia. Mientras el tiempo sigue su curso, la sensación y los efectos
que nacen de manera personal, son tan variados como simples. Sentimientos tan
profundos y superficial, tan encontrados como descubiertos.
Cuando
estaba en mi frontera querida, escuchando a quienes cambiaban de residencia, me
cuestioné muchas veces el porqué se iban si terminaban por extrañar ¿Para qué
sufrir? ¿Qué necesidad? ¿ Qué les hacía moverse? Regresando por lo general en
diciembre a su tierra como si se tratara de un viaje excepcional a su casa. A las fiesta de navidad, de año nuevo. Del mes
familiar.
Hoy
pienso diferente. ¿Por qué no nos movemos...