Entre los insondables escenarios de la literatura hay quienes todavía consideran la literatura de viajes un subgénero de la narrativa. Un estatus de nivel inferior constreñido, a menudo, por los arquetipos tradicionales que rodean a la concepción clásica y rígida de los géneros literarios.
Una llamativa valoración que sorprende si tenemos en cuenta que basta con echar la vista atrás para encontrarnos con libros de viajes desde la Antigüedad grecolatina y su más célebre representante, el historiador y geógrafo griego Heródoto.
No obstante y a pesar de las oscilantes valoraciones que proporcionan todavía los anclajes del pasado, localizamos en ellos una pluralidad de informaciones. En este sentido, su lectura nos conduce a un nutrido y enriquecedor sendero, muchas veces fuente de conocimiento geográfico, antropológico, etnográfico, histórico, entre otras disciplinas.
Por su forma, contenido, estilo e impronta en la historia de la literatura, son muchas las cuestiones que lo diferencian y le otorgan la merecida distinción de un género propio y maduro. Y es que, en el debate de los géneros donde estos aparecen, desaparecen y se transforman, son muchos los defensores que aparcan el complejo ámbito de lo subjetivo y subrayan las virtudes de un género con solera, casi tres mil años de historia le avalan.
No obstante y a pesar de las oscilantes valoraciones que proporcionan todavía los anclajes del pasado, localizamos en ellos una pluralidad de informaciones. En este sentido, su lectura nos conduce a un nutrido y enriquecedor sendero, muchas veces fuente de conocimiento geográfico, antropológico, etnográfico, histórico, entre otras disciplinas.
Por su forma, contenido, estilo e impronta en la historia de la literatura, son muchas las cuestiones que lo diferencian y le otorgan la merecida distinción de un género propio y maduro. Y es que, en el debate de los géneros donde estos aparecen, desaparecen y se transforman, son muchos los defensores que aparcan el complejo ámbito de lo subjetivo y subrayan las virtudes de un género con solera, casi tres mil años de historia le avalan.
Fuente: Google Image Search. |
"Una cosa es el turismo y las guías de viajes y otra cosa es la literatura de viajes. Es un género con sus normas propias", afirma el viajero, escritor y periodista Javier Reverte.
Tal vez habrá quienes todavía les cueste desprenderse de anquilosadas clasificaciones que acontecieron en la Antigüedad clásica. Tiempo después y, sobre todo, de unos anaqueles repletos de referencias bibliográficas, nos han demostrado que la tradición deviene en un fenómeno elástico y, como tal, mutable a las circunstancias contemporáneas que lo acompañan.
En palabras de Manuel Lucena Giraldo y Miguel Ángel Puig-Samper, "la literatura de viajes, un nuevo género hecho de ropajes demasiado viejos".