17 de abril de 2012

Roma, encuentro y desencuentro

Monumentos, esculturas, pinturas, plazas, fuentes, arcos, panteones, iglesias, iglesias y más iglesias. Arte y genialidad que te impresiona al contemplarlo. Esto es Roma. Es la esencia, es lo que se vende, es lo que los turistas quieren ver cuando inundan sus calles en medio del caos. 

Sin mucho esfuerzo, al ritmo de la caminata vas descubriendo este mundo creado por la opulencia, la arrogancia y la elegancia que aún hoy día se conserva. Y así, sin más herramientas que dos piernas y una cámara, te pierdes en la perfecta fusión de las ruinas más antiguas y las calles más modernas. Admiras los detalles de cada obra, escuchas las historias de aquellos lugares, recuerdas cuánta ansiedad sentías por estar allí, observas a tu alrededor con tres miradas: tus dos ojos y el lente de tu cámara. 

Mi primera vista panorámica de Roma.



Pero te sorprende el sinsabor de que algo falta. ¿Qué es esta sensación? 

a) No es lo que esperabas.
b) Te falta compartirlo con alguien.
c) Acaso es más de lo que esperabas.
d) Todas las anteriores o, 
e) Ninguna de las anteriores.

Y la última opción es la correcta. La respuesta está en los recuerdos de los viajes que te conmueven, te estremecen, esos instantes que revives con emoción tan solo al ver una foto o contar alguna anécdota. Esas aventuras vividas con la sorpresa del niño que descubre todo por primera vez. Para mí, todos esos viajes inolvidables tienen algo en común: la Naturaleza

Laguna de Canaima, Venezuela.

Montañas, cataratas, ríos, playas, glaciares, tepuyes, flora, fauna. Energía pura. Belleza única. Maravillas naturales, muy trillado pero muy cierto. El sinsabor de aquélla extraña sensación se transformó en satisfacción al reencontrarme con una frase inspirada por la caminata sobre el Glaciar Perito Moreno: No hay obra hecha por el Hombre que se compare con la obra de Dios.

Trekking en el Glaciar Perito Moreno. El Calafate. Argentina

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