11 de junio de 2012

'El antropólogo inocente', de Nigel Barley


¿Quién dice que la antropología social está reñida con la divulgación entretenida?
Nos alejamos del hermetismo convencional que suele caracterizar a disciplinas de este tipo para acercarnos hasta el diálogo interno, el soliloquio que el autor, Nigel Barley, mantiene en esta hilarante confesión etnográfica de unas notas recogidas en el celebérrimo libro de ‘El antropólogo inocente’.
Nigel Barley. Foto: Google.
Una aguda reflexión personal basada en la experiencia que comporta el primer trabajo de campo y la indefectible digresión con la concepción aprehendida hasta la fecha previa a partir. Trece capítulos reconstruyen la secuencia tradicional del proceso etnográfico en un relato irónico que se detiene en los aspectos que las clásicas monografías califican de ‘no antropológicos’. Tal vez por ello, por apuntar en la dirección opuesta a lo establecido, este afamado libro contribuye a desmitificar el rol del antropólogo y la experiencia sobre el terreno.
Cuestiones poco frecuentes en la literatura antropológica que Nigel Barley recoge con una singular ingenuidad, donde la inocencia será una gran aliada para sobrellevar las vicisitudes padecidas, desde los preparativos, sus encuentros con la burocracia africana a su estancia en la aldea de los Dowayos en Camerún, durante todo un año.
En esta vía intelectual de conocimiento, acercamiento y comprensión hacia el ‘otro cultural’, el autor logra con éxito hacer una divulgación amena, accesible y honesta de la antropología, abriendo el camino a otras lecturas de la realidad etnográfica. Desde la confidencia de lo vivido, el autor se zambulle con absoluta sinceridad en la reflexión que comportan los cambios tanto a nivel personal como profesional tras una experiencia de este tipo. Momento en el que ‘mientras el viajero ha estado cuestionando sus creencias más fundamentales, la vida ha seguido su curso sin alteraciones’.

Encuentros, situaciones y anécdotas componen el escenario desde el que este autor, con gran competencia etnográfica demostrada, convierte la lectura antropológica en una ocurrente y divertida experiencia literaria.

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