28 de marzo de 2012

Un vistazo al mundo con Pepa Roma

Nos encontramos una noche más en la hoguera, sentados alrededor del fuego. Es un lugar donde surgen historias. Historias como la de la viajera, escritora y periodista Pepa Roma. Arrollando sus recuerdos en su fluir, asistimos a una charla, de esas que no dejan indiferente, de esas que apelan a cuando el sueño emprende el vuelo de los grandes mitos. 

Foto: Google
 
Al abrigo de la curiosidad escuchamos atentos el relato de una viajera impulsiva desde su primera juventud, pistoletazo de salida trascendental en el que se impregnó de un mundo de hippies de los años 70 que se movían constantemente por un planeta aún virgen. Una época donde el exotismo que despertaban algunas culturas a ojos occidentales todavía no estaba contaminado. Su primeros pasos le llevaron por el Lejano Oriente, donde se quedó “fascinada” por la India que conoció, destino siempre legendario que se convertiría años más tarde en su ciudad literaria, en su esqueleto narrativo. La elegancia de las mujeres, que en situaciones de tremenda miseria son capaces de dignificar su día a día, sería una imagen que le marcaría para siempre. 

Foto: Google

Viajes iniciáticos aparte, estamos ante un encuentro atemperado y delicioso, escenario donde se fraguan los sueños. El sueño literario ya conquistado por nuestra invitada Pepa Roma.No sería periodista ni escritora sino fuera viajera”, sentencia. No en vano, cuando apenas contaba con dos décadas en su mochila dio la vuelta al mundo. Un cúmulo de experiencia que le despertaría su necesidad e interés por plasmarlo en papel. En la génesis del viaje, esta mujer de mirada afable y cercana encuentra su fuente de inspiración. Sorprenderá saber que, a pesar de haber trabajado como periodista en activo durante tres décadas, nunca se sintió como tal, lo consideraba algo funcional y accesorio. Una perspectiva que, sin embargo, cambiaría con el paso de los años. Una profesión, confiesa, que le ha terminado moldeando tal y como es ahora.

Seguimos atentos a las palabras que revelan una memoria despierta cuyo preciado fruto degustamos en forma de consejos. Reconoció que, sin bien la objetividad periodística no existe, debíamos al menos, intentar aportar el mayor número de puntos de vista posibles. Para ello, insistió en la necesidad de llevar a cabo siempre un proceso de documentación exhaustivo de los lugares que se visitan. Sólo así, sostiene, “lograremos viajar al destino con una mirada profunda y un espíritu propio”. Todo ello bañado por una indispensable capacidad receptiva, esencial para absorber todo aquello que se nos presenta.

Con el sueño lastrando nuestros sentidos no perdemos detalle de la relación a dos bandas que esta trotamundos imparable ha establecido hasta hace no mucho. El periodismo y la literatura aparecen en su vida como las dos grandes melodías de una banda sonora que todavía no ha finalizado. Frente a un periodismo que corre  sin éxito tras una imparcialidad que no existe; la literatura, comenta Pepa Roma, “permite otra forma de mirar el mundo desde la subjetividad, desde la profundidad, desde la huella que deja la experiencia vivida en tu conciencia, en la conciencia del narrador”.

La literatura se presenta para nuestra ponente como el viaje tanto tiempo deseado, altamente perseguido. Nada como viajar para inflamar la imaginación, dirían algunos. Ante el incontestable deseo de rendirse a los encantos de la literatura, abandona el periodismo. Sincera y emotiva, nos confiesa que “debía al menos intentarlo”. Un período de absoluta entrega y dedicación que ya ha cumplido algo más de dos años y que ha recibido su primera recompensa en forma de premio Azorín 2011 a su novela ‘Indian Express’, publicada por la Editorial Planeta. Un premio que, revela, le dio la energía y la confianza necesaria para seguir, ahora sí, los pasos que siempre quiso dar. 

En el fondo, como escribió la también viajera Freya Stark, la verdadera literatura de un país es su atmósfera. En un aire cargado de metas alcanzadas, Pepa Roma se despide no sin antes apuntar otra sugerencia: “seguir a vuestro instinto, servid a vuestros intereses si queréis aportar algo nuevo”.


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