He
aquí un libro diferente, extravagante y atrevido. La extrañeza de un título que
de entrada nos provoca a movernos por sus entrañas, a sumergirnos entre sus
palabras.
Una
invitación a un viaje atípico por ciudades de papel vestidas de melancolía que,
como comenta la autora, huelen a escritor. Un recorrido singular sobre un mapa
de ciudades literarias de otros tiempos ya desaparecidos en cuyo escenario
caminan los grandes escritores de nuestra época. Ciudades irremediablemente
asociadas a su autor: la Lisboa de Pessoa, el Trieste de Joyce o el Tánger de
Bowles, son algunos ejemplos con los que Nuria Amat confecciona esta suerte de
anti-relato para beneficio de lectores periféricos.
Como
toda obra transgresora, desobediente según el orden argumental tradicional,
comienza con una breve explicación que trata de responder a semejante
afirmación: “A diferencia de lo que la clase turística cree y practica, viajar
es muy difícil. Se requiere una especie de naufragio aposta. Una voluntad del
viajero por esconderse en el rincón más perdido del universo y desde allí
partir con rumbo a lugares eternos y desconocidos”.
Desde
el rincón de estos escritores, condenados a ser viajeros eternos compartimos el
exilio del que son protagonistas como destino propio. Con la impresión de estar
ante un género inaudito, los matices de una prosa brillante e intensa nos
llevan por el camino del ensayo, de la novela y del libro de viajes. Una
imprecisión genérica fruto de la genialidad de esta voz literaria.
Avanzamos.
Prosigue el viaje a través de la lectura, descubrimos lugares sin otro
propósito que la literatura, mientras la autora dibuja el trazo de los que
estuvieron y ya no están. Espacios, argumentará la escritora, definidos por un
decorado común compuesto de sombras, farolas y suelos adoquinados. San
Petesburgo, Praga o Alejandría a través del paisaje espiritual y mental de los
escritores que las habitan. Una radiografía que conviene hojear de vez en
cuando, abandonando así el viaje ordinario.
Sentimientos,
voces y acontecimientos. Experiencias y observaciones que tiñen de una agudeza
crítica y nítida, merecedora de la relectura. Una obra, en definitiva, para los
que viajan, para los que leen y para los que viajan leyendo. Palabras
imperecederas a las que regresar siempre que uno quiera. Un gozoso
descubrimiento por parte de una servidora.