22 de junio de 2012

Talladores de una civilización

En un territorio regido por el movimiento caprichoso de un volcán, la piedra negra se ha convertido en el elemento simbólico de un escenario mutante. El área rural de Catania permanece hoy cubierta de un negro inmortalizado, una lava convertida en piedra y que convive con el resto del paisaje. 

Cada civilización se sirve de su materia prima y así lo han hecho los pueblos de las laderas del Etna desde la antigüedad. Tanto es así que el tallador de lava es un oficio que hace años que permanece activo. Surgió de la mano de los albañiles e incluso de algunos campesinos que, tercos, lograron afinar la necesidad de reconvertir la lava secada de erupciones antiguas en elementos útiles para la vida diaria de los pueblos. Así, la piedra se convirtió en un elemento de construcción y decoración imprescindible. Los talladores se especializaron en trabajar la piedra seca, dura y difícil de escuadrar. 

Piedra lávica del Etna. Fuente: Google.
Entre sus méritos está saber colocar cada piedra en su justa posición para edificar las paredes de las casas, calculando el inserto de cal sólo en los ángulos y en las aberturas de las puertas, debido a la dificultad de conseguir la cal en los pueblos tan alejados de la costa, a los que sólo se podía acceder con mula. El oficio también evolucionó como arte decorativo y sirvió para elaborar figuras antropomorfas y de geometrías propias del Barroco. 

Talladores de piedra, los talladores de lava se convirtieron en personajes de una civilización que, amoldada a su ecosistema, ha aprendido a tallar lo cotidiano al ritmo de un volcán aún activo.


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