21 de marzo de 2012

Encuentro con Rosa María Calaf


Si hay un deseo hay un camino, reza un proverbio africano. Una cita que hasta la fecha ha seguido en mayúsculas la periodista e incansable viajera Rosa María Calaf. Más de 170 países recorridos, casi tantos como reconoce la ONU, y una larga y vasta trayectoria periodística que incluyen corresponsalías en Moscú, Hong Kong, Nueva York, Canadá, Buenos Aires, Roma y Viena. Esta es la carta de presentación de una mujer de alma inquieta y espíritu libre siempre en busca del viaje, de lo ignoto, alejada de la certidumbre que impone la cotidianeidad.

El relato aquí presente se construye sobre rápidos apuntes, inspirados por la oralidad de esta periodista de renombre que se define como ‘entusiasta, curiosa e insaciable’. Tres pilares indiscutibles de una personalidad arrolladora capaz de sobrecoger a sus oyentes que asisten impacientes a la siguiente palabra, a la siguiente historia. Mucho que contar y poco tiempo para hacerlo parece ser la ecuación a la que acude el equipo Kompaso en esta conferencia memorable e inspiradora a partes iguales.

Foto: Kompaso

Los viajes irrumpieron en la vida de Rosa María Calaf desde una edad muy temprana. “A los cinco años viajaba sola en autobús, de un pueblo a otro de la Costa Brava”, recuerda. Así comienza a dar sus primeros pasos esta infatigable trotamundos que desde entonces mira al mundo sin pestañear, ávida por encontrarse con lo desconocido y aprehender de ello. Ha pasado algún tiempo desde entonces, un tiempo colmado de vivencias, siempre desde la responsabilidad y el sentido común que esta periodista veterana aconseja a un público entregado del que somos partícipes. 

Con un bagaje extraordinario a sus espaldas, Rosa María Calaf ha dedicado su vida al servicio de la comunicación y los viajes con grandes dosis de humildad, respeto y responsabilidad, herramientas imprescindibles asegura para afrontar lo que tiene de transformador y revelador el viaje. Con una inconfundible mirada puntillosa y sensible, recorre cada anécdota, cada relato, testimonio enriquecedor de una dilatada experiencia que todavía no ha terminado. Y es que el hambre por el mundo la ha llevado a caminar sobre él, a buscarlo desde su ojo e infalible olfato periodístico. Unos rincones que han rebasado su propia imaginación, contando lo que no siempre se quiere escuchar y hablando de lo que pocos quisieran, rompiendo así estereotipos y silencios. 

Estamos ante una mujer de nombre inconformista y de apellidos intrépida y aventurera cuya naturaleza, vista desde fuera, pertenece a un orden distinto de la nuestra; manifiesta un grado superior de presencia y de permanencia. “El viaje es mucho más que hacer la maleta y coger el avión”, sostiene con una sonrisa y cierta ansiedad por compartir lo más posible, en contra del tiempo. Una condición indispensable, el tiempo, garantía e inmejorable compañía para sentir el viaje. Junto a éste, Rosa María Calaf nos descubre los ingredientes de una receta, la del periodismo de viajes: pasión, dedicación, experiencia, flexibilidad y adaptación; además de una necesaria especialización por temas y lugares, desvela generosa por compartir los entresijos de una profesión de la que es indiscutible embajadora. 

Hace tres años tomó la decisión de jubilarse, lo que la ha llevado no ha tomarse un descanso, sino a viajar sin itinerario, viviendo y viajando con apertura, viendo el mundo ahora sin tiempos, a merced de la idiosincrasia de cada viaje. Un tiempo de plenitud y no solo de ocio. Como decía Kipling: “hay dos tipos de personas: las que viajan y las que se quedan en casa”.

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