14 de marzo de 2012

Racismo irracional

Nuestro campamento lo forman personas de distintos y lejanos lugares, pero con un aspecto en común: Todos nosotros consideramos que nuestro hogar es tan grande como podamos imaginar. Y este hogar es La Tierra. Atrás quedaron las barreras políticas que nos dividen y pretenden hacernos diferentes. Para nosotros esos temas quedaron obsoletos. Pero aquel día vino a recordárnoslo Jordi Grau, doctor en antropología social y cultural. Si ya ninguno de nosotros consideraba la obviedad de que todos somos iguales como tema de debate, él nos dio una clase magistral sobre ello.
 
“El racismo es tan irracional como juzgar un libro por el color de sus tapas”
A lo largo de la historia se nos ha pretendido encerrar en fronteras y dividirnos por razas. Pero, qué es una raza, si todos compartimos los mismos genes. Jordi nos aclaró que cuando hablamos de raza lo hacemos como un uso social, pero entre las personas es imposible que haya distinción de ellas. Sólo se podría hablar de tal caso si nuestros genes fueran diferentes. Pretendemos constatar estas diferencias por nuestro aspecto físico y actitudes culturales, pero esto no tiene nada que ver con el racismo, son rasgos fenotípicos.
La raza es una categoría cultural, no una realidad biológica. Los grupos étnicos, cuando una comunidad reclama una entidad propia, están promoviendo la diferenciación respecto a los demás. Serán diferentes físicamente, culturalmente, socialmente… pero serán iguales a los demás realmente.


Foto: Google 

Todos somos indígenas de algún sitio. ¿Dónde está Oriente? ¿Y Occidente? Alguien puede ser alto, bajo, gordo, flaco… ¿Pero respecto a qué? ¿Quién es negro y quién es blanco?
Con este tipo de cuestiones, Jordi, consiguió hacernos ver la dificultad de describir algo o a alguien sin tener referencias. Para la gente que llega a nuestra tierra, nosotros somos los indígenas. Oriente y Occidente cambia según el lugar donde te encuentres. Puedes considerarte alto o gordo, pero siempre habrá alguien que lo sea más. Y, en cuanto a colores… ¡el mundo está lleno de matices!
Nos contó la historia de un indio que en un juicio, cuando le tocaba declarar, se negaba a jurar que diría toda la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad. El juez le preguntó por qué y éste dijo: Yo solo puedo decir lo que sé.
Y es que, aunque creamos saberlo todo al mirar, no conocemos ni una cuarta parte de lo que hay por detrás. Lo que vemos, aunque parezca mucho, es consecuencia de mucho más, que tardaremos mucho en entender. Algo así como la punta de un iceberg.
Jordi Grau solo estuvo tres horas con nosotros, pero ese tiempo dará para mucho más.

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