18 de mayo de 2012

Antes, durante y después del viaje

Este podría ser el título que diera comienzo a una serie de consejos de carácter preventivo para el viajero. Una información sin duda a considerar y en ocasiones de gran utilidad. Lejos de datos que apelan al pragmatismo, esta es una invitación al significado del viaje, a aquello que acontece en la mismísima génesis de la idea y nos acompaña hasta el siguiente rumbo. Una sensación que adopta tantas formas como rostros existen. Un síndrome que, a riesgo de divisarlo, resulta difícil desprenderse de él.

Ya lo decía el literato Noel Clarasó: 'Lo mejor de los viajes es lo de antes y lo de después'. Desde el reino de la ilusión y la expectativa, de todo lo que podría ser incluso antes de que pongamos pie, hasta el retorno, momento donde la recreación cobra protagonismo y eleva el viaje hasta su idealización. Sea como fuere, lo que está claro es que con cada viaje se produce un cambio de vibración donde el hallazgo (a todos los niveles) es inconmensurable. No importa cuántas veces hayas viajado ni cuántos horizontes hayas avistado. Este poderoso reclamo sorprende como un espejismo hasta dejarnos frente a frente con la alteridad.

El efecto que produce no entiende de fechas ni caduca con el retorno sino que se extiende en un variado repertorio a merced de su disfrute. Un ejercicio al servicio de la construcción de nuevos significados. Y, como resultado, la riqueza de una recompensa que se presenta al viajero llena de matices y anécdotas. Degustarlo como es debido requiere la puesta en escena de los cinco sentidos, solo así alcanzaremos ese valor añadido.

Foto: Danuta-Assia Othman
Conviene señalar que la poética del viaje no acecha a todos por igual y se expande en el camino a modo de fórmula sustancial. Momento en el cual la cuestión del viaje adquiere un carácter especial y diferente. Los tempos, hemos dicho, escapan a cualquier calendario por lo que su perdurabilidad dependerá en gran medida de nuestro apetito viajero. A pesar de las mutaciones que han acompañado al viaje a lo largo de los tiempos, la inquietud del mismo ha estado constantemente presente. Una condición que aúna hasta la más grande de las diferencias y que habla un lenguaje universal. Algunos dirán que no se puede explicar con palabras, otros simplemente asentirán al verse reconocidos por esta sensación absolutamente embriagadora. Si eres uno de ellos, sabrás del privilegio de formar parte de esa curiositas definida por Odiseo.

En esta danza por vivir la novedad, conocer lo desconocido e impresionarse por todo lo que rodea, corresponde a sus afortunados guardarla a buen recaudo. Solo así lograremos asegurarnos la continuidad de esa impresión o sentimiento que nos empuja a movernos. ¡Buen viaje!

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