28 de mayo de 2012

Marruecos bajo apodo

Gabi Martínez, escritor instalado en la literatura de viajes, nos entrena a perseguir el recorrido que la narración de este género ha vivido durante el siglo XXI. Para ello, nos traslada a sus orígenes más antiguos, recordando escritos de personajes como Homero o Marco Polo, anclajes en la historia literaria del viaje. Kompaso recibe estas memorias como ecos, nos resuenan familiares después de haber cruzado varios campamentos. Martínez, culmina la fase preparatoria con otro personaje destacado del retrato del viaje: Alí Bey.

Domingo Badía y Lleblich era como se llamaba en la realidad. Alí Bey fue el apodo que él mismo se puso. Este personaje, es presentado bajo diversos subtítulos. El de aventurero, peregrino, escritor, viajero, cronista, e incluso espía. Pero, por encima de todos, el de pionero. Su carácter arriesgado le llevó a cruzar el Estrecho para sumergirse en el mundo de Oriente y retratarlo en profundidad. Empezó el viaje por Marruecos. Era el siglo XIX y, sus escritos, servirían de base para los brotes que la literatura del viaje viviría a partir del siglo XX y XXI. 

Ali Bey. Foto: www.google.com
Sus pasos fueron célebres, pues investigó un territorio totalmente desconocido por el mundo occidental en ese momento. Desde Marruecos, se movió a Trípoli, Chipre, Arabia, Siria y Turquía. A fuerza de un nombre falso y de otras estrategias como la de convertirse al Islam, consiguió ser el primer hombre blanco con orígenes occidentales en poder acceder a La Meca.

De su trayecto salieron varios escritos, de los cuales,  Kompaso ha querido escoger 'Viajes por Marruecos', no solo por su interés que se podría calificar de etnográfico, sino también por la cercanía que algunos de los componentes han tenido con el país. La lectura del libro es ligera, aunque no por ella deja de ser completa. Alí Bey habla de Marruecos desde un análisis pulcro. Se detiene en finos detalles y especifica lo que ve con una resolución impecable. Descubre un universo y lo recrea, lo desmenuza. Lo deshila hasta su capón más virgen. Su escritura es una mirada metódica de un gran conjunto, como si él mismo hubiera convertido su viaje en la más preciada de las disciplinas.

Para ello, se sirve del sistema de la enumeración, convirtiendo en varios momentos la narración en un prototipo de ficha técnica encubierta por la mano de la literatura. Lo refuerza con una repetición de conceptos. Alí Bey insiste, con sus palabras quiere registrar. Y no olvida repasar cada punto con descripciones minuciosas. Podemos decir que se esfuerza, a la vez, en interpretar. Con todo ello, crea una excelente bitácora, en la que también se encuentran anotadas informaciones de carácter científico, como los grados de temperatura en función de la orientación en la que se encuentra, o las especies de las plantas que él mismo recoge. La forma del relato apoya esta idea de cuaderno, dividiéndolo en apartados según las fechas del viaje, las lunas, u otros símbolos. 
Tánger. Foto: www.google.com
En 'Viajes por Marruecos', Kompaso se detiene en Tánger, en las descripciones de sus calles empinadas y curvadas, la arquitectura de sus mezquitas y las ceremonias de boda. Tres formas con las que Alí Bey presenta el modo de vida de un lugar aún extraño. Tras pasear con varias lecturas, escogemos tres pedazos de este contacto. El salir a la calle y tocar el techo de la casa con la mano. La cerradura de madera de la puerta. El arte del grito femenino.

Personaje admirado, Alí Bey fue, a la vez, un admirador del terreno que visitó. Descubrió un mundo y creó un universo a su alrededor para introducirse en él. El nombre falso es solo un testimonio fractal de su ímpetu explorador, con el cual pudo moverse con más facilidad. Es en este sentido en el que hablamos de personaje para englobar todos los conceptos con los que Ali Bey fue descrito. La pasión convirtió a un hombre en otro, en un personaje viajero con el que pudo acceder a los hilos de toda una cultura ignorada hasta entonces.

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