5 de noviembre de 2012

Acústica del viaje


Su acústica vuelve, una y otra vez. Sin que puedas hacer nada por evitarlo, permanece sobre sí misma, atrapada en una reverberación cuasi constante, en una esencia de susurros. Apenas un rumor.

Algo impaciente, a veces se muestra por difracción y te rodea, te envuelve y se dispersa en una continua dirección. Otras, simplemente, sucede lo contrario, se refleja. Su poder de propagación es tan fuerte que, cuando encuentra a su paso un pequeño obstáculo, recurre al Principio de Huygens y emite nuevas ondas.

Adopta un movimiento vibratorio, curvado en sus partículas, cuyas oscilaciones sucumben en la presión del aire. Su percepción varía según las variaciones que acompañen al medio, también su velocidad. En cualquier caso, presenta un palpitante factor de amplitud de gran alcance.

Su fonética deviene ajena a cualquier abecedario, tan sólo interrumpida en ocasiones por alguna interferencia que entorpece sus pulsaciones, no así su pálpito. A veces, cuando ambos cuerpos vibran con la misma frecuencia, comprobamos su resonancia y repiquetea en nuestro interior. Es la atmósfera sonora del viaje, como expresión física y directa, con sus propias melodías y texturas.

Dicen que "el sonido, en combinación con el silencio, es la materia prima de la música". Una música, aquella inherente a todo viaje, de cadencias y giros sincopados. Patrimonio común y común denominador para quienes estén dispuestos a escuchar su sinfonía. Y tú, ¿la oyes?

Registro de un paisaje sonoro. Fuente: Google.

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