10 de marzo de 2012

La Aventura de la Ciencia


De la mano de Jordi Serrallonga tuvimos la oportunidad de viajar por toda la evolución de la ciencia y la humanidad, paseando con Darwin por las Galápagos a lomos de una tortuga gigante y llegando hasta lo que este arqueólogo, naturalista, escritor y comunicador excepcional, denomina la era post darviniana. Esa expedición nos dejó con muchas ganas de seguir viajando para aprender, para continuar lo que Serrallonga nos presentó como la Aventura de la Ciencia


Cormorán de las Galápagos. Foto: http://todoviajesalextremoymas.blogspot.com
Esta nueva era o ‘Nuevo Testamento’, según la Biblia de Serrallonga, posterior a la teoría del Orígen de las especies, generó un cambio radical en la concepción del ser humano, convirtiéndolo de golpe en pariente de los simios. Lo que a muchos académicos conservadores les pareció una aberración, supuso un gran avance en los estudios que se realizarían desde entonces.

Algunos arqueólogos como Bingham o Chapman, que podrían recordarnos figuras del cine moderno como Indiana Jones, empezaron trabajos arqueológicos de distintos tipos. Centrados en muchos casos más en la búsqueda de tesoros o restos de valor para llenar colecciones de las clases poderosas europeas de la época, que no en unos estudios meticulosos que conducían en muchas ocasiones a conclusiones poco fundamentadas.

Louis S.B Leakey, nacido en Kenya y formado posteriormente en Cambridge, fue uno de los primeros arqueólogos en emplear métodos científicos en los trabajos de campo. Pero para poder continuar aprendiendo y descubriendo nuevos datos sobre los orígenes de la humanidad y sus distintas formas y culturas, encontró en la divulgación de sus conocimientos y hallazgos el método para seguir financiando sus estudios.

El mismo Leakey apadrinaría otras científicas como Jane Goodall, Dian Fossey o Birutė Galdikas, dedicadas todas ellas al estudio de distintos tipos de grandes primates y jugando un papel fundamental en la investigación y la divulgación científica.

Otros grandes investigadores como Jordi Sabater Pí seguirían sus pasos publicando en National Geographic y consiguiendo dar así una difusión masiva de sus descubrimientos sobre la cultura de los chimpancés, en este caso enfatizado por el hallazgo del gorila albino 'Copito de Nieve'.

Pero fueron muchos otros viajeros, exploradores o curiosos que, por su sed de aventuras o de conocimientos, lograron también prestar un servicio a la comunicación científica. Actrices como Osa Johnson quien ya en los años '30 entre aventura y aventura, conseguiría  llevar a Occidente imágenes e información sobre países y culturas lejanas.

Otros casos de grandes divulgadores fueron Félix Rodríguez de la Fuente que con su exhaustivo trabajo consiguió dar a conocer toda la fauna ibérica, o el comandante Jacques Cousteau y sus documentales submarinos.

Serrallonga, mientras avanzamos, nos comenta que cuando estos trabajos se consiguen hacer con un rigor por la autenticidad y con un contenido interesante, es posible llegar a comunicar conocimiento científico de un modo atractivo para el gran público. Casos como Carl Sagan, quien consigue captar la atención de la gente de una forma sencilla y efectiva: tan sólo sentado delante de una cámara mientras nos habla de astronomía.

O equipos como el formado por David Attenborough de la BBC, que durante décadas ha conseguido hacer grandes documentales de calidad, sobre geología, mundo submarino, aves, etnias, etc., siempre con el máximo respeto y cariño.

Sección de Historia Natural de la BBC Foto: © David Attenborught


Una conclusión podría ser que todos los grandes viajeros y descubridores se movieron por un sueño. Ese sueño es el que debería empujarnos a seguir nuestras expediciones. Para ello hay que ser perseverante, como Stanley en busca de Livingstone; guiarnos por aquello que nos apasione y evitar los riesgos innecesarios, para así seguir hacia la consecución de ese objetivo.

Dicha motivación la podemos cultivar nosotros mismos cuando, dedicados a la comunicación de viajes, procuremos seguir unas pautas rigurosas con un aporte de aprendizaje y de acercamiento no sólo a los lugares espectaculares o a las faunas más exóticas, sino también a otras culturas y etnias. Aprender a combinar dosis de aventura, acción o diversión con imaginación y romanticismo ya sea histórica, literaria o de película, y llenarlo todo de un contenido real y auténtico que haga que el viajero se quede siempre con ganas de volver. Ésta es la fórmula, apunta Serrallonga.

A la mañana siguiente, mientras desmontábamos el campamento, Jordi, nuestro guía en la primera de nuestras expediciones, se dispuso a marcharse tan discretamente como había llegado; sin hacer ruido y despidiéndose cordialmente de nosotros. En ese momento, como si de un ritual tribal espontáneo o quizá por un "instinto cultural" adquirido, toda la expedición se puso en pié aplaudiendo con emoción.

Nos había llevado mucho más lejos de lo que un transporte moderno podría haberlo hecho. Nos habíamos trasladado a otras épocas, bailado con masaai, cabalgado tortugas, o incluso conocido a los míticos hobbit.

Cuando su coche hubo desaparecido entre los árboles, todos nosotros terminamos de recoger el campamento base en silencio, pensativos, como quien degusta el sabor que nos deja un buen café durante horas. Cada uno debió pensar en lo que habíamos vivido en esa expedición, o puede que ya estuviéramos pensando en cuál sería nuestro próximo punto en la ruta alentados por este ‘primate viajero’ sabio y entrañable. El viaje continúa.

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