Entre líneas reza el encabezado de esta sección. Una expresión al uso que sin embargo, deviene imprescindible a la hora de emprender una tarea como es la lectura de ‘Tristes Trópicos’, de Lévi-Strauss, un clásico de la literatura étnica y antropológica.
A tientas y con el respeto que se merece una de las obras más importantes del s.XX, una servidora pasa página con la complejidad que comprende enfrentarse a un libro de difícil clasificación: los viajes, la etnografía, la filosofía y la moral entretejen con reconocida maestría el esqueleto de un texto que a pesar de tener más de medio siglo de vida, continúa vivo. Las narraciones discurren paralelas y entrelazadas en un viaje singular e iniciático. Entenderlas abre una nueva perspectiva mientras la mirada del autor dibuja caminos que vienen y van acompasando con gran destreza las crónicas coloniales y el ‘trágico presente’ en el que se encuentra.
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Zambullirse en su lectura es lanzarse no sólo al descubrimiento de su primer trabajo de campo etnográfico entre 1935-1939, dirigiendo exploraciones periódicas en el Mato Grosso y la selva tropical amazónica de Brasil, sino más que eso, supone una inmersión profunda donde se interroga sobre cuestiones más trascendentales sobre la civilización. Aspecto que puede entrañar un cierto riesgo de incomprensión y asombro, y como tal, sugiere la pausa como rincón dedicada al pensamiento y a la introspección. Un ejercicio que se mide desde otra concepción del tiempo, solo así conseguiremos acercarnos a las entrañas de semejante conocimiento.
A diferencia de otros ejemplares, avanzar en cada línea, en cada palabra, implica retroceder en el conocimiento que uno cree haber aprendido. Un método atípico y efectivo que nos lleva a tener la impresión de no estar a la altura. La constancia y la atención del lector actúan como herramientas necesarias si queremos sacarle el provecho que merita ‘Tristes Trópicos’. Unas líneas que trazan el genio y el talento del maestro de la antropología estructural Lévi-Strauss. La inmensidad desde la cual se concibe la obra, complica en gran medida la síntesis de estas palabras y extiende el relato ocupando el espacio que merecen los más avezados. Unas pinceladas, las de este primer texto, que se presentan en una suerte de calentamiento, requisito conveniente para lo que vendrá después.